Momento de apoyar a Clinton
Por René Avilés Fabila
Para quienes vieron al excéntrico millonario (cuya fortuna ni remotamente llega a la mitad de la que posee el mexicano Carlos Slim), por ejemplo, en los concursos de Miss Universo, donde era figura central por cursi y ridículo, seguramente jamás imaginaron volverlo a ver gritándole al mundo que hay una superioridad racial: la de los blancos norteamericanos. Ninguno debió pensar que sería un político ruidoso y vulgar. El hombre que despertaría los sentimientos y pasiones más bajas de la nación más poderosa del orbe ni que su mayor desprecio lo merecemos nosotros los mexicanos.
Ahora no pasa un día sin que en México aparezca un artículo, una noticia, donde surja el grotesco personaje. Ya hasta tuvimos un presidente municipal que lo declaró persona non grata. En nuestro pueblo no lo queremos, dijo el político indignado, rebosando patriotismo, el muy acartonado en los días de septiembre. Cada mexicano habla de la aversión que le provoca Trump. Se ha hecho una manía fácil insultarlo en los medios tradicionales y en las redes sociales. Hay memes y chistes, bromas y merecidas ofensas.
Por su parte el millonario convertido en político —camino inverso, por cierto, de los mexicanos que empiezan pobres en la administración pública y culminan su carrera como millonarios— no se preocupa gran cosa porque no será recibido en San Juan de los Palotes y menos le interesa que lo insultemos, a lo sumo utiliza al país como eje de su racismo. Somos peligrosos para la salud pública de la gran nación del Destino Manifiesto y hay que poner un muro, dejando de lado el inmenso intercambio comercial que mucho beneficia a Estados Unidos. No acaba de percatase que buena parte de la economía estadounidense descansa en el duro trabajo que los mexicanos legales o ilegales llevan a cabo.
Así como para Trump somos una obsesión, para nosotros él lo es. Creo que ya hemos dicho bastante en su contra como reacción natural, es el momento de apoyar a la señora Clinton, por inteligente, culta y sensible, con gran habilidad para la política interna y externa, para que ella gobierne esa nación. Impulsemos a Trump, en lo posible, para que vuelva a lo suyo: hacer dinero, lejos de las decisiones políticas. El cantante Vicente Fernández ya se adelantó y asumió tal postura con una canción que grabó. Poco importa que la Sra. Clinton no sea buena candidata, que no convenza realmente y que carezca de enjundia, pero no hay otra que apoyarla. Lo contrario constituiría una amenaza para México y los mexicanos que viven allende el Bravo.
Como Hitler, Trump es un hombre que advierte las atrocidades que llevará a cabo. Esperemos que a diferencia de Hitler, no gane e imponga su fascismo barato. Dejarlo de lado y concentrarnos en el posible apoyo que desde aquí podamos darle a Hillary Clinton, reconociendo sus virtudes, es más sano que insistir en la patología de responderle a Trump cada ofensa que nos propina.
Lo que debemos tener muy claro es que su presencia en la política ha puesto al descubierto que al menos la mitad de Estados Unidos mantiene el feroz racismo y las ambiciones de destruir naciones convencidos de ser los elegidos para gobernar al orbe. El imperio norteamericano pronto perderá el predominio, otros países como China buscan asumir su peso en el planeta. Si logramos algún día que México salga del atraso (algo que está lejano) y sea no una potencia militar sino económica y tenga políticas públicas justas, razonables, cese la corrupción y los partidos en lugar de engañarnos y explotarnos sean decentes, tendremos respeto más que desprecio. Para bien o para mal compartimos una larguísima frontera con Estados Unidos, donde del lado norte hay prosperidad y del lado nuestro miseria y podredumbre.
En ese momento, ningún Trump podrá ofendernos. No dejemos de lado que acostumbramos mostrar nuestros defectos y muy poco nuestras virtudes. Es el momento de hacer valer las segundas.
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El escritor René Avilés Fabila.