Por Oscar González Cruz, Jorge Fernández Rodríguez y Armando Reyes Vigueras

Si Elvis liberaba tu cuerpo, Dylan liberaba tu mente”

Bruce Springsteen

 

Que Bob Dylan haya ganado el Nobel de literatura no es lo polémico: ya desde 1996, el escritor beatnik Allen Ginsberg dirigió una campaña con esta finalidad. Tantas veces se escuchó el rumor que incluso se volvió un chiste recurrente. Lo que tal vez queda en el viento sin respuesta es por qué hasta ahora.

Cierto que se ha mantenido vigente, pero su valor contestatario, su aporte a lo que fuera la contracultura en la época de la guerra de Vietnam y las flores en el pelo queda ahora demasiado lejos. Pero no hay que detenerse en ello, hay que preguntarse si esas letras tan cercanas a Kerouac –que tal vez se gestaron en el mismo camino de aquel su libro de culto, En el Camino–, valen mudas y sin el respaldo de un compás, un premio de esta trascendencia.

A casi 50 años nos preguntamos si realmente aquellas letras tienen el valor de ser llamadas poesía, cada quien desde sus sentimientos habrá de contestarlo. Que en el mundo de la música popular han existido letristas, si no mejores, sí por lo menos de igual valía que el oriundo de Minnesota. Eso es innegable, pero ¿Lo hubieran logrado si el cantautor de la voz nasal no hubiese allanado ese camino? Otra pregunta para el viento.

Tal vez en Suecia no se haya premiado sólo a Dylan, tal vez este reconocimiento se extiende a toda una generación que encontró un lenguaje para expresar lo complejo de uno de los momentos más convulsionados en la historia de la humanidad. Tal vez esto acorta la distancia, en este mundo globalizado, para derribar un muro más, el que separa la cultura y el arte “serio” de aquel que surge y crece en la calle, el “popular”. Si es así, es posible que Dylan haya vuelto a lograrlo, es probable que las piedras hayan vuelto a rodar y que una gran lluvia de cambios esté a punto de caer…

 Bob Dylan

Bob Dylan y el Nobel que debemos defender
Para las generaciones con adicción al celular y las redes sociales poco significa el nombre de Bob Dylan. Sí, su música es de otra época, sin embargo cualquier fanático del rock debe defender hasta la muerte que Dylan haya escrito las letras más memorables y poéticas de la música popular. Cualquier beatlémano debe saber contar la anécdota de cuando se conocieron y desde el día de ayer debemos de ser capaces de defender el por qué de su premio Nobel… en literatura.

Mamá, entierra mis armas,
ya no puedo dispararlas más,
esa gran nube gris se acerca,
me siento como llamando a las puertas del cielo.

Fragmento de Knocking on heaven´s door, del disco Pat Garret and Billy the kid publicado en el 1973

La razón de la academia es simple y nos lo informó así “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”. Sobre eso debemos basar nuestra nueva fe. Ésta vez no es un músico académico quien “avala” la calidad de la música popular, no es un artista visual quien participa en el análisis de una portada de nuestra discografía, no. Esta vez son gente de letras.

Papá se ha vuelto loco, mamá se siente triste,
Bueno, voy a bautizarte en fuego
para que no peques más.

Fragmento de Bye and bye, del disco Love and theft publicado en el 2001

De ahora en adelante y pese a las críticas, la música popular puede aspirar dignamente a premios de esta naturaleza, y no sólo Bob Dylan es un digno merecedor de un Nobel (desde nuestro melómano punto de vista).

¿Qué se siente,
qué se siente,
al estar contigo misma
al estar sin un hogar
como una completa desconocida
como una piedra rodante?.

Fragmento de Like a Rolling stone, del disco Highway Revisited publicado en 1965

Es probable que sectores de las letras y otros ámbitos nos critiquen, pero no hay problema, toda la música que ha interpretado Dylan como folk, folk rock, pop, country y Rock and roll habla de defender lo que uno dice, lo que uno es y lo que uno desea, así que estamos listos.

Nobel de literatura para un músico

Varias son las reflexiones que nos provoca el premio a Bob Dylan. Que se trate de un cantautor estadounidense, pilar de un movimiento que contribuyó a un cambio social en la década de los 60 –reflejo del descontento prevaleciente en esa época–. Que sus letras, que sintetizaban un rumbo para toda una generación que buscaba romper con lo establecido, ayuden a pensar en torno a los que se vivía en esos momentos, fueron algunas de las aportaciones –en nuestra melómana opinión– que se tomaron en cuenta para el galardón.

A finales de los años 60, el movimiento antibélico en los Estados Unidos –en el que confluían, entre otros, los hippies así como varias tendencias musicales que hicieron del amor y paz sus divisas–, tuvieron en Dylan a uno de sus más emblemáticos representantes. Las letras de sus canciones, mezcla de reflexión y poesía, marcaron a toda una generación que las hizo suyas y las empleo no sólo como simple entretenimiento sino como parte de un movimiento cultural. Estas ideas debieron pasar por la mente de quienes definen el nombre del ganador del Premio Nobel.

Cerca de 50 años después, para sorpresa y alegría de muchos, la Academia sueca otorga el premio Nobel de Literatura a un músico. Si en los 60 con sus canciones marcó un nuevo rumbo social, ahora con la distinción podría marcar un derrotero novedoso para este tipo de premiaciones.

Bob Dylan