Repensar nuestro periodismo

Por José Elías Romero Apis

 

En esta semana que comienza se celebrará la entrega de los Premios José Pagés a lo más destacado del periodismo nacional durante el último año. Por eso me parece oportuno repetir algo de lo mucho que he dicho y escrito sobre el hombre que motiva esta premiación, impulsada por Beatriz Pagés y la fundación que preside.

José Pagés Llergo (1910-1989) sentó las bases del moderno periodismo mexicano crítico, independiente, inteligente y valiente. Convirtió la información y la noticia en un ejercicio de reflexión y de análisis. Sacó al lector de su platea como simple espectador y lo comprometió en la validación a favor o en contra de lo que está leyendo.

El pluralismo y la tolerancia que siempre imprimió a sus publicaciones muchas veces los convirtió en “zona de fuego cruzado”, donde las diversas plumas opinaban en contrario unas de otras, obligando a que el lector tomara su propio e ineludible posicionamiento.

Frecuentemente se ha dicho que fue un hombre muy equipado en atributos profesionales y personales. Periodista de excelencia. Fundador de diversas publicaciones. Maestro de generaciones. Amigo invicto. Pero si tuviéramos que resumir al máximo la descripción de su naturaleza podríamos identificarlo con su pasión por la libertad y por el honor. Le gustaba ser libre y honorable en el pensar, en el actuar, en el sentir y en el vivir.

Fue un hombre cuya existencia estuvo determinada por dos vectores esenciales que se convirtieron en sus coordenadas existenciales. Por una parte, una fuerte determinación para preservar y enaltecer la alteza de su honor. Por la otra, una recia inclinación para proteger y ampliar los espacios de su libertad.

José Pagés Llergo

Por ello, también padeció a los adversarios y los detractores. De aquéllos para los que la libertad es una monserga innecesaria y hasta inconveniente. Por lo mismo no sólo renuncian a la suya sino que, además, reniegan de la ajena. La vituperan y la anatematizan. Y de aquéllos que no solamente menosprecian su honor sino que, también, les molesta el ajeno. Que no soportan, porque no entienden, que alguien pueda malgastar  su vida y su esfuerzo en algo, para ellos, “tan incómodo y tan inútil”.

Hoy vivimos tiempos en los que es necesario repensar sobre nuestro periodismo. Hay muchas cosas que no nos dejan ver con facilidad nuestro presente y nuestro futuro frente al tema de la información y de la comunicación.

Sabemos que, de aquí en adelante, se depositará más capacidad electoral en las cadenas de televisión que en los partidos políticos. Sabemos que, de aquí en adelante, se generará mayor acopio de opinión ideológica en los periódicos y revistas que en los organismos y agrupaciones políticas. Sabemos que, de aquí en adelante, muchos medios de comunicación serán, además de ello, proyecto político y no solamente corporación comercial.

Pero lo que no sabemos o no apreciamos con la misma nitidez es si eso será bueno o malo para el país. Si sabremos manejarlo. Si tendremos la suficiente conciencia de donde estamos y para lo que estamos los periodistas, el auditorio y los lectores.

Siempre he creído que el periodismo brinda, en el estadio de la vida, una de las mejores plateas desde la cual todo se puede observar más cerca, más cómodo y más claro.

Sigo creyendo, igual que cuando joven, que mientras uno tenga una pluma en la mano jamás podrá ser dominado totalmente por los demás.

Así se vivió el Premio Nacional de Comunicación José Pagés Llergo 2016

 

romero apis

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