Aún estamos en pañales

Por Carlos Alberto Pérez Cuevas

 

La lucha siempre merece la pena si el fin

vale la pena y los medios son honestos.

Steven Brust

 

Seguimos viviendo graves problemas de corrupción en nuestro país y en el mundo, aquí observamos una guerra de lodo entre actores y partidos políticos que pelean quién es más corrupto, en cambio en otros países empezamos a ver iniciativas sólidas y con sustento que pretenden combatir este flagelo: investigaciones, comisiones de honor y de justicia, fiscalías que han iniciado robustos procedimientos para fincar responsabilidades penales, administrativas y resarcitorias, lo mismo a altos funcionarios, incluidos presidentes de naciones, como en los casos de Guatemala, Honduras y Brasil, que a actores y ciudadanos que se involucraron en las redes de la corrupción.

En nuestro país estamos estrenando la promulgación de la reforma que da vida al Sistema Nacional Anticorrupción. Por lo que aún estamos en pañales y pasará un buen tiempo para aplicar las recién estrenadas normas y en su momento instituciones anticorrupción.

Es importante que no olvidemos que la corrupción es un fenómeno que genera problemas de grandes dimensiones y graves consecuencias, que además tiene la capacidad de permear todas las dimensiones y los sectores de la sociedad en tiempos récord, al igual que la humedad, se filtra por todos lados, convirtiéndose en un mal que nos aqueja de manera permanente y continua que en ese sentido debe combatirse, permanentemente.

No se puede dejar de luchar ni un minuto para tratar de acabar con la impunidad y el crimen de corrupción que se ha convertido en un cáncer lacerante, es necesario el combate permanente dadas las sofisticadas formas y avances de muchos corruptos que se dedican a perfeccionar sus sistemas y estructuras de corrupción. El gobierno y las instituciones públicas y privadas deben generar acciones permanentes y continuas para controlar y acabar con las redes de corrupción e impunidad que existen.

Los servidores públicos tienen la obligación de no cometer actos de corrupción e incluso están obligados a combatirlos y denunciarlos en caso de que conozcan de alguno de ellos, esta obligación moral se las da la pertenencia a una de las instituciones del Estado, que como parte de sus fines persigue la promoción y defensa de los derechos humanos fundamentales. En este Estado democrático de derecho se debe lograr que la sociedad viva en paz y en armonía, los recursos públicos puedan ser usados para acciones de beneficio colectivo previamente estudiados y determinados para lograr el mayor bien, distraer los recursos de sus fines constituye un acto de corrupción y una violación a derechos fundamentales y al Estado constitucional de derecho. Si un servidor público va en contra de estos fines del Estado debe sancionársele y buscar restituir los recursos que hayan sido malversados. Y así actuar en esta interminable lucha anticorrupción.

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