Tamaulipas

Por Yazmín Alessandrini

Convencido de que son varios los que en el pasado inmediato han traicionado y lastimado la entidad que ahora gobierna, el flamante gobernador de Tamaulipas, el panista Francisco Javier García Cabeza de Vaca, reconoce que para sacar al buey de la barranca no bastará sólo con voluntad política. Por ello, apenas tomó posesión para el cargo que ostentará en los próximos seis años y ya determinó que es momento de, a través de acciones concretas, poner las cosas en orden, pero sobre todo de castigar a aquéllos que pactaron con el crimen y que se encargaron de poner todas las instituciones tamaulipecas por los suelos.

Vaticinarle éxito o fracaso a un político, en este caso a un gobernador, durante su gestión a desempeñar, es una cuestión de ir más allá de siglas y colores. El proceso electoral del 2 de julio pasado nos dejó una gran lección a todos los mexicanos: la gente, aquéllos que cuentan con una mica para sufragar y que acuden a las urnas para externar su voluntad, ya no están votando por los partidos políticos (los cuales en mayor o menor medida, todos, son una enorme decepción), ya no les interesan. Ahora buscan a las personas, a los individuos, a aquéllos que en su discurso, pero sobre todo en su plan de acción, contemplan legítimamente valerse de la política para destrabar múltiples crisis y conflictos que les han impedido alcanzar el progreso y el desarrollo que tanto necesitan. Y bajo este contexto, me parece que García Cabeza de Vaca tiene frente a sí un enorme reto, pero también una extraordinaria oportunidad para hacer valer su capacidad como gestor, como administrador, pero sobre todo como líder.

De entre todos los grandes problemas que agobian a los tamaulipecos, definitivamente el más complejo es el relacionado con la violencia y la inseguridad. En Tamaulipas, desde hace varios años, en casi todos sus municipios, día a día sus habitantes viven con el Jesús en la boca porque no saben si verán de vuelta a sus esposos y esposas, hijos, hermanos, papás, amigos y vecinos, cuando éstos salen de sus casas para ir a trabajar, a estudiar o a realizar otro tipo de diligencias. Y no exagero. El crimen organizado, principalmente el narcotráfico, gracias a la incompetencia y a la corrupción de sujetos como Egidio Torre, Eugenio Hernández, Tomás Yarrington y tantos y tantos más, hizo de todo el territorio tamaulipeco su “campo de juego”  y los habitantes de esta entidad ya están hartos de esta situación. Si Francisco Javier logra revertir esta situación habrá ganado la mitad de la batalla.

Ahora bien, si en su discurso inicial el nuevo gobernador enfatizó en que bajo ninguna circunstancia se desatará una especie de cacería de brujas, es muy importante que, también desde un inicio, envíe un mensaje claro y contundente a todos aquéllos que bajo el amparo del fuero traicionaron y lastimaron Tamaulipas.

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