Que regresen lo mal habido

Por José Fonseca

Estado de Derecho es uno en que todas las personas y

todas las autoridades, públicas y privadas,

respetan la ley, pero también gozan de

los derechos que les concede.

Thomas Bingham

 

Hace muchos años circulaba una broma sobre algunos políticos: “Que regrese!”; “Sí, pero que regrese lo que se llevó!”

Los recientes casos de corrupción denunciados en gobiernos de los estados, particularmente los de Sonora y Veracruz, Guillermo Padrés y Javier Duarte, que andan prófugos, luego de la expedición de órdenes de aprehensión en su contra, han hecho realidad aquella broma.

Hay justificada indignación conforme se sabe más de cómo ambos gobernaron y abusaron del poder.

Es tal la indignación, tan generalizada, que ya no basta con que ambos exfuncionarios sean enjuiciados y enviados a la cárcel. La exigencia es que se les obligue a devolver lo que hayan desviado de los recursos públicos.

En todos los tonos, la opinión pública, la opinión publicada y hasta la opinión política demandan que de una buena vez se les empiecen a confiscar los bienes mal habidos, sean propiedades o cuentas bancarias.

Ambos casos y otros que eventualmente surjan muestran el hartazgo de la sociedad con la corrupción, que la corrupción ya no es tolerable, aunque, si somos sinceros, sabemos que llevará tiempo y esfuerzo armar el aparato institucional y social que impida los casos de corrupción, pública y privada, y que sancione ejemplarmente aquellos que sean descubiertos.

Nadie puede estar en desacuerdo con que el combate a la corrupción es una tarea cotidiana, que no bastan las leyes, que también se requiere de voluntad política, pero, sobre todo, de voluntad de la sociedad a ya no excusar la corrupción, pues esa voluntad social será la que genere la voluntad política.

Y, entonces, tendremos el Estado de derecho que todos decimos anhelar. Pero no se logrará si exigimos juicios sumarios para funcionarios corruptos y la sumaria confiscación de sus bienes, sin que antes hayan sido juzgados por un tribunal.

Serenémonos, no nos dejemos llevar por los discursos facilones de los políticos y actores sociales que con fines electoreros intentan sacar raja de los escándalos de corrupción.

No nos dejemos manipular, pues si la indignación nos lleva a pedir, como ya algunos lo han hecho, que se les quiten los bienes y dinero a los acusados de corrupción, sin un fallo judicial de por medio, resultará hipócrita todo el discurso de que anhelamos tener un Estado de derecho, porque ya no querríamos justicia, sino venganza.

Nada más ajeno al Estado de derecho que la venganza.

jfonseca@cafepolÌtico.com

Fonseca