In memoriam
Por Patricia Gutiérrez-Otero
Siguen cayendo como hojas secas de otoño. Ahora le tocó irse a un hombre gentil, inteligente, crítico, sencillo como un estanque de peces y lirios: René Avilés Fabila. Lo conocí poco, pero percibí su inteligencia y adiviné su intencionalidad justiciera a través de sus artículos y sus escritos.
Alguna vez nos topamos en los pasillos virtuales de Facebook y, sin vernos nunca, intercambiamos algunas ideas, algunas preguntas e inquietudes, algunas esperanzas. A diferencia del encuentro fortuito que tuve en esos mismos pasillos con las intimidades del difunto Luis González de Alba, quien se solazaba en su amor por Grecia y por el cuerpo, incluso por su propio cuerpo y sus inclinaciones, de dónde surgió entre nosotros un quiproquo que terminó en mi eliminación de su sitio virtual, el encuentro con René Avilés abría caminos comunes por los cuales acompañarnos de vez en cuando en un estar en el aquí y ahora que nos tocó vivir para humanizarlo. El nueve de octubre él también dejó este cuerpo y esta tierra donde queda mucha gente que lo apreciaba y amaba.
En honor a su memoria reproduzco aquí un breve cuento suyo sobre la capacidad de darle la vuelta al destino, incluso para poder llevar una vida simple, lejana de las grandezas divinas:
La verdadera historia de Sísifo
La historia de Sísifo no es como aparece en libros de historia y mitología, poetizada. El hecho de subir un enorme peñasco a una alta cima en el Hades, todos los días durante una larga temporada, casi eterna, le dio al héroe una espléndida fortaleza física, músculos poderosos y en general una fuerza brutal que incluía un enfermizo deseo de vencer a toda costa la adversidad. De tal suerte que un día, aburrido del castigo impuesto por Zeus, tomó la roca entre sus manos y la envió con tal furia al Olimpo que mató de un solo golpe a toda la corte celestial. Se dio media vuelta e inició una nueva vida. La última vez que supieron de él, fue en plena época medieval: trabajaba en un circo como hombre fuerte capaz de soportar grandes pesos. La publicidad lo presentaba como el nuevo Hércules o Sansón redivivo. Estaba más o menos satisfecho, por comodidad se había convertido en cristiano y casado con la mujer barbada. Apenas mantenía el recuerdo de Zeus y había olvidado que se llamaba Sísifo.
Así queda en mi recuerdo René Avilés Fábila, un hombre que no aceptaba el destino tal cual se le había impuesto, ni la injusticia, pero que tampoco anhelaba vivir en un Olimpo, ni uno creado por mano de hombres ni por aquél donde habitan dioses vengativos; un ser humano que se sabía finito y que podía gozar de ese estado “más o menos satisfecho”.
Además, opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés y la Ley de Víctimas, que se investigue el caso de Ayotzinapa, que trabajemos por un Nuevo Constituyente, que Aristegui y su equipo recuperen su espacio, que se dialogue a fondo con los maestros, y que Graco sea destituido.