Premios Pagés Llergo 2016
Por Yazmín Alessandrini
El buen periodismo está en peligro de extinción. Y los buenos periodistas también. Vivimos días convulsionados y perversos. Por eso siempre serán bienvenidos a nuestro mundo y a nuesta sociedad hombres como José Pagés Llergo (1910-1989), cuya visión periodística, crítica, independiente y valiente nos permite, en pleno siglo XXI, valorar la importancia de una profesión que nos brinda el privilegio de ser testigos, en primera fila, de la historia y los cambios que el hombre forja en esta, tanto para bien como para mal de la humanidad.
El martes pasado, para mi fue una gratísima experiencia, tanto en lo personal como en lo profesional, acudir a la convocatoria que hizo Beatriz Pagés Rebollar, mi jefa, mi colega, mi amiga, para lo que fue la ceremonia de la entrega del Premio Nacional de Comunicación José Pagés Llergo 2016 “Por los derechos del Hombre”, que por 19ª ocasión distinguió con la efigie de bronce de este destacado periodista tabasqueño a aquellos hombres y mujeres que, a través de su quehacer periodístico, buscan por todos los medios que la voz de la verdad nunca sea silenciada.
“Lo que hoy sucede en México —argumentó Beatriz en su discurso— tiene que ver con un secuestro… con el secuestro de la razón, con el secuestro de la democracia y con el secuestro de los derechos humanos por quienes consideran ser los dueños de la verdad, de la ley y la moral pública. Paradójicamente, quienes más demócratas dicen ser, a todas luces resultan ser los más autoritarios, son quienes asaltan escuelas, bloquean autopistas, vandalizan ciudades para impedir que los niños más pobres de México reciban clases”.
Las palabras de la directora general de Siempre!, nuestro semanario, tienen un destinatario específico, el cual jamás podrá frenar el trabajo pulcro y denodado de todos aquellos que a diario nos levantamos cuando todavía es de madrugada y, a través de nuestros esfuerzos, desde nuestras respectivas trincheras, luchamos con uñas y dientes para que exista un México mejor… para todos.
Por eso, me congratulo con gente como la teniente de la Armada de México, Guadalupe González, medallista de plata en Río de Janeiro 2016; la exsecretaria de Salud, la doctora Mercedes Juan; doña Norma Romero y Las Patronas, quienes a diario se juegan la vida para ayudar a los migrantes de la frontera sur, o como la maestra Julia Carabias, quien ha convertido en misión de vida su lucha por la defensa del medio ambiente de nuestro país. Estas cuatro mujeres son un pequeño muestrario de cuán trascendente e importante se ha vuelto en México la contribución femenina.
Es momento de ponerle un alto a aquellos que han convertido la defensa de los derechos humanos en un negocio; de brindarles certeza a las víctimas de la delincuencia, porque no es justo que aquellos que no desarrollan un activismo determinado queden excluidos por las instituciones, pero sobre todo por la ley.
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