Qué esperar del nuevo procurador

Por Humberto Musacchio

Ante 47 senadores priistas, el secretario de Gobernación culpó a las corporaciones policiacas estatales y municipales por la inseguridad que priva en el país. Para el señor Miguel Ángel Osorio Chong, los responsables del desorden nacional no son los políticos que compran casas blancas ni los políticos que sólo en este sexenio elevaron en casi 50 por ciento la deuda pública sin que se sepa, aunque se sospecha, dónde ha terminado ese dineral.

SenadoLos culpables de todo son los gendarmes de más bajo nivel, ciertamente ineptos, salvajes, ignorantes y violadores de la ley. Sí, pero arriba de ellos se mantiene una pesada estructura que se beneficia de la ineficacia policial. Ahí medran los comandantes y sus superiores, los agentes del ministerio público, los jueces y políticos de toda laya, quienes predican con el peor de los ejemplos.

No sobra recordar que la principal tarea del Estado es preservar la vida y los bienes de los ciudadanos. No lo entienden así los senadores “de la República”, triste conglomerado donde rigen la lambisconería, las actitudes agachonas ante el Ejecutivo y la voracidad que en la llamada Cámara Alta se manifiesta en un derroche ofensivo.

Un caso, vergonzoso por donde se le vea, es la ratificación al vapor de Raúl Cervantes Andrade como procurador general de la República y muy probable fiscal general en fecha próxima, con lo cual el flamante titular de la PGR ya amarraría chamba para los próximos nueve años. Sus méritos: ser amigo del presidente de la república, de quien fue abogado en el escandaloso caso Monex.

Pero Cervantes carga un enorme fardo de factores en contra, los que seguramente pesaron cuando se frustró su intento de ser ministro de la Suprema Corte de Justicia, entre otros, que como abogado tiene clientes cuyos intereses defiende, pese a que pueden ser contrarios a los del Estado. Por si algo faltara, este senador ahora con licencia ha sido demandado por violencia intrafamiliar. Así que ya saben las mujeres lo que pueden esperar de este procurador que no las procura.

Otro pecado de los senadores ha sido elegir primero a los integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y ya nombrados, ampliar el plazo de su gestión, en unos casos de tres a siete años y en otros de seis a ocho. Ya echados a andar, cualquier día ampliarán el periodo de Enrique Peña Nieto de seis a treinta años, como don Porfirio, al cabo que es joven y puede darse el lujo de hacer huesos viejos en la silla presidencial. ¿O no, amadísimos padres de la patria?

Mussachio