Fue impredecible por todos lados. Desde Mexicali y Mérida, hasta en un restaurante en la Narvarte, búnker de los demócratas estadounidenses en la Ciudad de México. Donald Trump será el nuevo presidente de Estados Unidos y, con ello, de una nueva visión geopolítica. Hillary se quedó atrás como un guiño que decía esperar otra oportunidad para ser reina, hoy me toca a mí. La tarde de la votación fue atendida por los medios de comunicación mexicanos en la Secretaría de Relaciones Exteriores, muchas veces calificada como una intención sabida, es decir, que la candidata demócrata Hillary Clinton sería la nueva presidenta de Estado Unidos, lo cual no ocurrió. Trump se quedaba con 279 delegados en el Colegio Electoral contra 228 de Clinton.
Estaban como testigos todos los medios: Reuters, Reforma, Milenio, UnoTv, Siempre!, Canal Once, etcétera. Todos reunidos en un búnker de la Cancillería, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Nos dijeron que la encargada de la dependencia, Claudia Ruiz Massieu, estaría con nosotros para saludarnos a las seis de la tarde, pero no fue así. Tampoco a las diez de la noche cuando se preveía una conferencia de prensa para hablar sobre los resultados de las elecciones estadounidenses, nunca sucedió. Sólo supimos que la Canciller decidió ir a Los Pinos de manera urgente. Fue entonces cuando nos eclipsó la real noticia, es decir, la intuimos: Donald Trump, el magnate rubio, sería el nuevo presidente de Estados Unidos. Alrededor de las dos de la mañana, los resultados salieron a relucir y con ellos nuestra confirmación.
Mientras tanto, en un restaurante de la colonia Narvarte, los afectos a Hillary se desmoronaban ante la noticia. Por curioso que pareciera, el consumo de cerveza fue mayor para aquilatar la trágica noticia de que era difícil remontar la ventaja que tenía el millonario estadounidense quien, por cierto, hoy también hizo historia al haber logrado la presidencia usando un estilo diferente: más dicharachero, rudo y casi salvaje para conseguir ser el líder de una de las naciones que, según él, requiere ser más fuerte, dinámica y poderosa.
El magnate rubio, de 70 años de edad, aquel al que decían que sería difícil que llegara a la Casa Blanca, finalmente lo logró a las dos de la mañana cuando se le designó como el 45 presidente de la Unión Americana. Se trata de un empresario de origen escocés-alemán sin experiencia política alguna, que incluso logró remontar a la oposición de su propios correligionarios en el Partido Republicano, desafiando a gente dura como George W. Bush, quien después confesó que había preferido votar en blanco. Adelante pues, no hay más que decir, sino cuatro años al frente de la nación más poderosa del mundo. Por lo pronto y suavizando un poco su clásico tono altanero, Trump ha dicho que buscará la unidad del país.
“Como lo he dicho desde el principio, la nuestra no fue una campaña, sino un increíble y gran movimiento, formado de millones de mujeres y hombres trabajadores que aman a su país y quieren un mejor futuro”, aseguró ante sus simpatizantes desde el Hotel Hilton de Nueva York.
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