Entrevista a Italy Ciani/Autora de Si te callas, te mueres

Moisés Castillo

La violencia contra las mujeres no discrimina. La sufren universitarias, profesionistas, amas de casa, indígenas, chicas ricas o pobres. En México, 11 millones de mujeres, de un total de 24 millones, han vivido algún episodio de maltrato o agresión en el transcurso de su vida conyugal. En 21 estados del país, sólo 7 por ciento de las mujeres en riesgo de violencia que pidieron ayuda obtuvieron alguna protección por parte de las autoridades. Ante esta radiografía inquietante, es imprescindible leer Si te callas, te mueres. La violencia contra las mujeres en México (Editorial Raúl Juárez Carro, 2013), de Italy Ciani.

En este libro no sólo se hace una revisión histórica de la discriminación que sufren las mujeres, también la autora ofrece un análisis detallado sobre lo que se está haciendo a nivel de leyes, acceso a la justicia y cómo el “machismo legalizado” ha ganado terreno en el esfuerzo de erradicar la violencia contra ellas.

Italy Ciani aprovechó su experiencia cuando fue subprocuradora para la Atención de Delitos Vinculados a la Violencia de Género del Estado de México, y sabe de primera mano el dolor y el miedo casi incurable que padecen muchas mujeres cuando padecen los distintos tipos de violencia o malos tratos por parte de sus parejas o de la misma autoridad encargada de impartir justicia.

“Siempre digo que una persona jamás va a una procuraduría por gusto, siempre trae encima un problema que ya en sí mismo le aflige, pero la actuación de la autoridad acentúa el dolor. En el caso de los delitos contra la mujeres, cada vez que una de ellas, valiente y empoderada, acude ante el ministerio público decidida a no callar más… recibe malas caras, esperas prolongadas, interrogatorios irrespetuosos. Vuelve a ser víctima, esta vez, del sistema”.

La abogada denuncia este terrible mal de nuestra sociedad, pero también propone salidas institucionales para tratar de cambiar el sistema de justicia y que los gobiernos de los estados impulsen planes y programas integrales para mujeres en situación de violencia.

 Si te callas, te mueres es una invitación a las mujeres a ser valientes y denunciar cualquier acto inhumano en su contra. A decir: ¡ya basta! contra hombres golpeadores que se escudan en su machismo para denigrar y cometer crímenes y otros ilícitos.

Constancia de lo aprendido y vivido

En entrevista para Siempre!, Italy Ciani asegura que este material es una ventana para pensar y fomentar la cultura de la denuncia. Evitar que la violencia crezca en las casas, se reproduzca en los salones de clases y centros de trabajo y se replique en las calles. México ya no aguanta tanta violencia.

“La equidad de género debe fomentarse desde casa y desde las edades más tempranas, porque de no ser así, hay altas posibilidades de que esas diferencias se conviertan en violencia, y eso es justo lo que nos corresponde evitar”.

¿Cuál fue el momento clave para escribir Si te callas, te mueres?

Hay un antecedente que me marca definitivamente. Tuve la oportunidad de ser la primera subprocuradora para la atención de delitos contra la mujer en el Estado de México. Cuando concluye esa responsabilidad, luego de unos meses, me di cuenta que el aprendizaje había sido rápido en poco tiempo y es un tema que sigue lastimando diario a las mujeres de este país. Pero no sólo a las mujeres, la violencia contra la mujer tiene un daño pluriofensivo y ataca al círculo cercano de las mujeres como puede ser hijos, amigos, compañeros de trabajo. Al final estas secuelas van trascendiendo a la sociedad en su conjunto. Sentí una responsabilidad de plasmar, dejar una constancia de lo aprendido y lo vivido derivado de mi experiencia laboral. El contar dos historias fue parte de ese esfuerzo. Estoy convencida que más que la teoría y lo que uno pueda decir, el contar historias reales conmueve y genera más conciencia en problemáticas más sensibles como esta. Hay muchas publicaciones que hablan sobre políticas públicas con perspectiva de género, pero un libro donde puedas encontrar operativamente cómo funciona, cómo puedes ayudar o evitar revictimizar es muy difícil encontrarlo. Cuando una mujer va al ministerio público denunciando que su marido la acaba de golpear, que tiene hijos, y que no tiene un lugar a dónde ir o un peso para comer, esa es la realidad a la que se enfrentan los ministerios públicos del país. Esa experiencia la intenté escribir.

¿Por qué este título provocador?

Es uno de los mensajes, el mensaje más fuerte que permea todo el contenido del libro. Al final cuento dos historias, dos casos que tuve la oportunidad de atender. El primero de ellos se convirtió en la primera sentencia por feminicidio del país. Una historia triste, pero que si la lees te puede parecer una historia cotidiana. María Luisa, el personaje, nunca denunció. Tenía diez años de sufrir violencia y jamás denunció. Y hoy María Luisa no está aquí. El segundo caso es el de Soledad, es una historia similar, pero con la gran diferencia de que ella sí denunció. Hoy es una mujer que está viva a pesar de que su entonces esposo, la agarró a machetazos. El señor está sentenciado, y a final el mensaje es ese: con una denuncia a tiempo y una buena intervención de la autoridad, no es exagerado decirlo, puedes salvar tu propia vida.

¿Qué tan grave es la violencia contra la mujer en México?

Es un problema que se presenta en todo el mundo, no es exclusivo de México. A mí me preocupa y me interesa mí país. Es un problema grave, no es una fenómeno aislado. La violencia contra las mujeres se ha convertido en un estilo de vida que tiene un arraigo muy fuerte en la subcultura del machismo. Muchas veces la violencia contra las mujeres o cualquier tipo de violencia se traduce en números. Y dependiendo de los números y las estadísticas lo vemos como normal o anormal. En el caso de la violencia contra las mujeres, no es un tema de números, todas ellas tienes un rostro, un nombre, una historia de vida que a veces se ve truncada porque alguien se siente con derecho a quitarles ese privilegio de vivir. Es un fenómeno que no surge ahora, que ha existido siempre y creo que se han hecho esfuerzos importantes. Hay estados que con mucha claridad advierten una tendencia creciente en el número de denuncias, lo cual no significa que el fenómeno esté ocurriendo con más fuerza, sino que hay mujeres que se están atreviendo a no callarse, que están conscientes que si te callas, te mueres, y presentan sus denuncias. Pero también hay una cifra negra, y esto es parte del problema. Sólo se denuncia uno de cada cuatro delitos en general. En el caso de la violencia contra las mujeres es mucho más grande el problema.

La denuncia no es fácil

En este sentido, los gobiernos de los estados, ¿qué han hecho?

Depende del delito, si hablas de violaciones, feminicidios o violencia familiar. En general, creo que es una radiografía mas o menos homogénea. La diferencia radica en las acciones que se han emprendido. En el caso de Mérida, acaban de abrir su centro de justicia para mujeres, tiene pocas semanas de operación pero ha funcionado muy bien. En Mérida, la famosa ciudad blanca donde se dice que no pasa nada, están ocurriendo cosas contra las mujeres y esto sucede en todos los rincones del país. En el caso del Estado de México, es el único estado que cuenta con una subprocuraduría para atender el problema de una forma integral. Por lo general, las procuradurías cuentan con una fiscalía de feminicidios u homicidios dolosos, y luego tienen agencias especiales en algunos casos para delitos sexuales o violencia familiar, es el caso del Distrito Federal con La Red de Centros de Atención Especializada para Mujeres Víctimas de Violencia de Género, por ejemplo. Pero en el Estado de México es la única entidad que tiene una subprocuraduría lo cual le da una fuerza a nivel estructura, jerárquico, y de esa instancia dependen todos los brazos especializados de la violencia contra las mujeres. Hay dos centros de justicia para mujeres, hay 17 agencias especializadas. Pero existen estados muy rezagados en la materia.

En Tlaxcala, por ejemplo, la violación se puede cometer solo por un hombre en contra de una mujer. Ha habido mucha crítica respecto a las medidas de protección desde el ámbito legislativo tendientes a proteger a la mujer. Debemos entender que este no es una guerra de mujeres contra hombres. Hay mujeres que son violentas, hay hombres violentados, es una realidad. La gran diferencia es que el feminismo no mata, el machismo, sí. El machismo cobra vidas, el machismo mata. Y las mujeres que cometen violencia pues en muchos casos son víctimas de experiencias de maltratos. El caso de Tlaxcala es emblemático porque el delito de violación sólo puede cometerlo un hombre, cuando hay violaciones que pueden cometer mujeres o contra menores de edad.

¿Qué pasa con los feminicidios?

Los tipos penales de feminicidios son muy dispares. Por ejemplo, en el Distrito Federal una de las hipótesis es que el cuerpo de la mujer está expuesto en la vía pública. Hoy sabemos que es un modus operandi muy identificado de la delincuencia organizada. Y cada vez hay más participación de mujeres en actividades relacionadas con el narcotráfico. El hecho de que encuentres a una mujer ejecutada en vía pública no quiere decir necesariamente que es un feminicidio. Que haya sido privada de la vida, por el hecho de ser mujer o por las circunstancias que rodean al hecho de ser mujer. Es un tipo penal que es confuso, ambiguo y siguen cubriendo una realidad.

¿Qué hacer con la discriminación que sufren las mujeres que se atreven a denunciar ante el ministerio público?

Frecuentemente las mujeres son objeto de revictimización al momento de denunciar. Denunciar es muy difícil para una mujer que sufre violencia. Cuando toma la decisión, es un proceso muy complejo. Es una constante en las procuradurías del país este trato irrespetuoso, indigno. En casos de violencia sexual, por ejemplo, atestigüé una mujer víctima de violación y la médica legista al momento de realizar la exploración ginecológica, le reclama: “¿sí te violaron? ¿Abriste las piernas, no? Ese tipo de actitudes son frecuentes. La buena noticia es que hay formas de perfeccionar el sistema de justicia penal con énfasis en la parte de procuración de justicia. El elemento clave es la voluntad política y la disposición de hacer bien las cosas. La integración de grupos interdisciplinarios ayuda bastante. Muchas veces llega una mujer al ministerio público y a la mitad de su declaración ya está dudando en continuar: “a lo mejor yo tuve la culpa, no tengo derecho a denunciar, mi marido tiene derecho a tratarme así, yo me lo busqué”. Se levanta y se va. Es una víctima colocada en un riesgo exponencial porque si la denuncia sigue en curso hay que girar un citatorio al presunto agresor y cuando llega ese citatorio, ¡imagínate, cómo le va a esa mujer! La intervención sicológica es crucial porque los sicólogos dan terapia de contención, eso falta mucho.

¿Crees que existen campañas oficiales y mediáticas eficaces para prevenir y erradicar la violencia contra la mujer? En países como España, hay todo un esfuerzo para evitar este flagelo…

Para mí es un problema de salud pública sino de seguridad pública. El hecho de que una mujer viva en un entorno de violencia, las secuelas van trascendiendo. Hay un autor argentino que se llama Carlos Parma que equipara la violencia familiar con delincuencia organizada y terrorismo. Si lo analizas a profundidad puede ser así de grave. Una madre que sufre violencia, ejerce violencia contra los hijos de alguna forma, es el círculo de violencia, la espiral te arrastra. Más tarde son adolescentes que terminan involucrados en actos violentos. Creo que en nuestro país sí hay avances positivos tanto a nivel normativo como a nivel institucional, peor veo que sigue una actitud muy reactiva. Incluso en estados donde he tenido la oportunidad de hablar sobre la tipificación del feminicidio. Me ha tocado escuchar funcionarios que hablan de una gran urgencia de ponerse de acuerdo y tener el delito vigente para evitar que haya femincidios, es seguir partiendo desde una óptica de que crear un delito te va a resolver el problema. La creación de tipos penales, códigos penales, el poder punitivo no sirve para contener. Una procuraduría está para intervenir cuando el delito ya se cometió, esa es su función. La parte donde nos falta trabajar es en la prevención. La prevención es una responsabilidad del Estado, pero también de la sociedad.

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