Tierra de inmigrantes

Por Marco Antonio Aguilar Cortés

En la Estatua de la Libertad, levantada en una isla de Nueva York, se encuentra inscrito un significativo poema de Emma Lazarus, el cual sintetiza el mejor sentimiento que posee el pueblo de los Estados Unidos de América.

“Dadme vuestros cansados, vuestros pobres, vuestras compactas multitudes que anhelan libertad, el humano desecho de vuestras playas llenas, los que vagan sin amparo, los que azota la tempestad, en mis manos levanto la antorcha que alumbra los pórticos de oro por donde pasarán”.

Ese poema, y esa poetiza, parecen olvidados por la conciencia colectiva estadunidense a la que, soterradamente, fue dirigido el mensaje con aguda intención por parte de la neoyorkina de ascendencia judía.

shutterstock_114757342Emma murió de 38 años el 19 de noviembre de 1887. Su tumba en abandono se encuentra en un panteón de Brooklyn, sin flores, sin recuerdos. Sólo una piedra con su nombre y fechas de nacimiento y muerte.

Su trabajo literario fue a la par con su labor cultural educativa dedicada a los inmigrantes, para orientarlos en la adaptación a la nueva tierra, y capacitarlos rumbo a la autosuficiencia.

No hay duda, la mayor riqueza de Estados Unidos son sus habitantes, los que en número de 320 millones, aproximadamente, son, o descienden, de esos cansados, pobres, que anhelan libertad por haber formado parte de un desecho humano que suele vagar sin amparo, y a los que han azotado muchas tempestades.

Emma deseaba para todo inmigrante, lo que sus padres desterrados y portugueses no tuvieron: ser recibidos por la luz de la antorcha que la mano de la libertad sujeta, segura, alumbrando los pórticos de oro por donde merece pasar todo migrante que busque protección, y ofrece su trabajo honrado.

El sueño poético de Emma dista de ser la realidad de la mayor parte de los inmigrantes que ha llegado a territorio estadunidense desde el 4 de julio de 1776, tras su Declaración de Independencia, hasta este electorero y enardecido 2016.

Si los europeos que llegaron por las costas del este, los asiáticos por las playas del pacífico, los de color por el Caribe,  y los latinos por su frontera sur, contaran la historia de su migración a detalle, tendríamos un drama monumental, con variados atavíos de comedia humana.

Empero, al final de cada aventura, tengo para mí que son más los logros que los fracasos. Los inmigrantes son los eficaces e inteligentes constructores de la grandeza americana y, por ende, de la pujante economía que eleva su propio nivel de vida.

Las naciones aportadoras de seres humanos, para Estados Unidos, han ganado divisas, pero se han desangrado al perder, por su incapacidad de organización, a una considerable parte de lo mejor de sus países.

Con Hillary o con Trump seguirá la migración. El hombre por naturaleza es y será migrante. Mucho antes de lo esperado produciremos migración sideral rumbo a otros cuerpos siderales. Del polvo de las estrellas venimos, y a esa cósmica pavesa regresaremos.

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