Tras el triunfo de Trump

Mireille Roccatti

Estaremos ante la construcción de un nuevo orden mundial. Las balandronadas de campaña de Donald Trump, que no pueden menospreciarse y serán acotadas por los propios poderes fácticos estadounidenses, deben y requieren analizarse, porque algunas de ellas de concretarse implicaran nuevos equilibrios regionales y acaso globales, e incluso de modificar sustancialmente la actual correlación de fuerzas, construida a partir de la caída del muro de Berlín y el fin de la URSS; así como de la construcción de bloques comerciales en la globalización neoliberal.

En principio el anuncio de terminar con el sostenimiento económico de la OTAN, implicará concluir de facto con las alianzas construidas al fin de la segunda guerra mundial para oponerse al avance del comunismo que encontró en el Pacto de Varsovia su correlación político-militar. El anuncio de un posible esquema de colaboración con Rusia le dará aún más fuerza a la lenta, constante e inexorable recuperación rusa de su área de influencia. Y si coloca, como parece ser, en las áreas de inteligencia a gente inexperta, por mas ultraderechista y de su confianza que sean, será pescado al agua para Putin.

La decisión golpeará en la línea de flotación de la Unión Europea. Especialmente con sus principales aliados Inglaterra, Alemania y Francia que pueden y lo harán: buscar sus propios caminos y elaborar sus propios acuerdos con Rusia. Así mismo, si aunado a lo anterior, lo acompaña del abandono del libre comercio y retorna a la política proteccionista, la reacción y sus consecuentes efectos afectara gravemente a los Estados Unidos.

Si lo anterior no fuera suficiente, el anuncio de terminar con la política de alianzas y protección de sus socios asiáticos principalmente Japón, lo resentirá en lo económico, pero también y fuertemente en lo político y Japón al igual que Europa, buscara construir sus propios acuerdos con Rusia, China, Europa y todo las naciones africanas y latinoamericanas. Y si lo que busca, como lo vociferó en campaña es contener a China, lo que hará será acrecentar su poderío.

Y como parece decidido a pelear con todo el mundo y con todos al mismo tiempo, si rompe las alianzas con los países árabes, solo logrará una debacle económica y terminar con la “jetatura” construida la segunda mitad del siglo pasado.

Es cierto que los equilibrios geopolítico actuales no dependen, como eje central de los “espacios vitales” o las “áreas de influencia” o zonas de seguridad nacional, sin que se hayan abandonado del todo, no obstante, el “chivo en cristalería” que está por instalarse en el despacho oval de la Casa Blanca, parece dispuesto a perder influencia en la zona donde están los mayores depósitos de agua dulce, petróleo crudo y gas del planeta.

Solo la alianza con Israel parece quedar incólume, pero por más decidida que ésta sea, resulta un apoyo insuficiente en la región, donde también busca golpear a Irán e Irak, olvidando la explosividad de la zona, aunque seguramente los israelíes lo harán entrar en razón. La que conviene a Israel, no necesariamente a los Estados Unidos y serán éstos, los que paradójicamente pueden evitar una posible conflagración mundial.

Y con respecto a los bloques comerciales y su influencia cuantitativa y cualitativa, en esta construcción de nuevos equilibrios merece un análisis exhaustivo, que se nos queda en el tintero para otra ocasión.

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