Irma Ortiz
La incertidumbre campea. El triunfo de Donald Trump como presidente de la primera potencia mundial y sus declaraciones en materia económica y comercial, han provocado que el fantasma de la recesión flote en el ambiente de la economía mundial y particularmente de nuestro país, que envía a Estados Unidos, el 80 por ciento de sus exportaciones.
El Banco de México rebajó nuevamente las previsiones de crecimiento para 2017 a un rango de entre 1.5 a 2.5. El Fondo Monetario Internacional alertó que si México no reduce agresivamente su nivel de deuda, se estancará; la inflación interanual se aceleró a su mayor nivel en más de un año y medio, al subir un 3.29 por ciento hasta la primera mitad de noviembre.
Aunque las declaraciones gubernamentales aseguran que las inversiones en nuestro país no pararán, la realidad es que las empresas extranjeras se mantienen expectantes hasta saber cuales serán las nuevas reglas del juego comercial respecto al Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Será renegociación — como plantean México y Canadá— o la derogación, como ha amenazado el presidente electo norteamericano.
Mientras, ya habría nombrado al multimillonario Wilbur Ross como secretario de comercio,— designación que estaría por confirmarse— y a quien se le conoce como “el rey de la bancarrota” por comprar empresas financieras en problemas financieros con potencial de generar utilidades. Su encomienda: proteger a los trabajadores estadounidenses e ir en contra de los mandatos de la globalización.
Ante las amenazas, la Comisión Económica para América Latina Cepal, en voz de Alicia Bárcena, ha señalado que si el TLCAN ya no funcionara, nuestro país debería abrir el frente comercial latinoamericano y profundizar sus lazos con Asia, particularmente con China, cuyo presidente Li Peng, ha señalado a señalado a su vez que no esperan el funeral del Acuerdo Transpacífico, ya que está promoviendo su propio acuerdo comercial con países de todo el Pacífico.
El ex embajador de México en Canadá, Francisco Suárez Dávila, quien fuera subsecretario de Hacienda durante la administración de Miguel de la Madrid, habla sobre los escenarios que tiene nuestro país en materia económica en la era Trump, la era de la incertidumbre. Recuerda las lecciones que dejó la recesión de la década de los treinta y las disyuntivas a las que se enfrenta nuestro país.
“Con casi 50 años en el servicio público, le diría que la era Trump, es el problema exterior más serio que confronta México desde la segunda guerra mundial. La crisis de la deuda de 1982 y 1994 fueron diferentes, crisis financieras en parte, propiciadas por nosotros mismos y siempre tuvimos un interlocutor claro por parte del gobierno mexicano y de los países acreedores. Sabíamos a qué atenernos, cuáles eran los elementos de la negociación y como lo demostró William Clinton en 1994, había apoyo.
Trump es la amenaza más seria externa a México desde el punto de vista de la política exterior y económica. De los problemas que representa Trump, el más serio es el problema económico comercial, si bien el tema de la deportaciones es muy importante y aunque Obama deportó a 2 millones de migrantes, se pudieron razonablemente absorber a lo largo del tiempo. Es muy importante la actitud que tenga nuestro país ante la migración y ahí todavía tendremos sorpresas.
¿Derogación o cancelación?
Lo más serio es la renegociación del TLCAN o su cancelación, ¿derogación o cancelación?, no creo que llegue a hacerlo, sería suicida para los intereses de Estados Unidos y hay tanta ignorancia que aflorará en los próximos días.
Todavía no se dan cuenta que ya no es importación-exportación de bienes sino que son cadenas productivas con un alto grado de integración. Sí toman medidas proteccionistas o la cancelación del TLCAN, parará la industria automotriz americana. Cosa de recordar, luego de los terribles atentados de septiembre de 2001, se cerraron las fronteras y los primeros en pedir que se reabrieran fueron justamente las empresas de la industria automotriz; pasa lo mismo con la industria aeroespacial.
No veo que pueda cancelarse o derogarse el TLCAN, lo que sí creo es que vaya a darse una renegociación, que es necesaria porque el Tratado después de 20 años, ya envejeció, como lo dijo el Presidente Peña hay que actualizarlo, es útil y necesario. Sin embargo, se vive en la incertidumbre porque no sabemos cuanto tiempo va a tomar esta renegociación y no sabemos los temas que quieren plantear en la renegociación.
Esta situación significa que muchos proyectos de inversión de uno y otro lado de la frontera y de empresas automotrices internacionales asiáticas, europeas que pensaban llegar a México y tener acceso fácil a la frontera norteamericana, dirán que no le entran hasta que no se definan las reglas del juego. Este miércoles, incluso hubo declaraciones interesantes de Jaime Serra Puche de que es posible evitar la palabra renegociar, pues implica tocar el texto en su parte formal jurídica y no debe tocarse. Hay que modernizarlo a través de acuerdos complementarios, anexos, como ya se hizo, en su versión primera, con un acuerdo complementario de estándares laborales y ambientales. Sería lo ideal.
Un sector fundamental que podría separarse del acuerdo general del TLCAN, es el automotriz. Antes que se soñara con el Tratado, entre los tres países e ya había acuerdos automotrices con esas empresas, ya que constituyen una parte neurálgica. Ahí está el problema, en el sector automotriz y es donde vamos a tener que hacer algunas concesiones.
Habrá que sentarse en la mesa: Canadá, Estados Unidos y México con un muy buen cabildeo de empresas automotrices de los tres países y negociar. Trump lo que quiere es mejorar el contenido local de cada automóvil que se produce. Para él, ese es el problema: el contenido americano del sector automotriz norteamericano ha bajado a favor mayoritariamente del contenido mexicano y un parte canadiense. Habrá que negociarlo y tener algunas concesiones y argumentar que si aumenta mucho el contenido americano de cada automóvil que se produce en Norteamérica, ese automóvil se vuelve poco competitivo.
Los costos americanos, salvo en cuestiones como la tecnología, son muy caro y quien pierde es Estados Unidos frente a la competencia asiática o europea. Hay que verlo con mucho cuidado, esa es una ventaja de México, que tiene muy buenos negociadores, gente muy experimentada en funciones y a los que habría que acudir que están activos como Jaime Serra, Herminio Blanco, Luis de la Calle…
Se habla de Luis Videgaray, que también participa en las negociaciones..
En lo personal, deben darse todos los contactos informales, todo aquel que tenga cuates en Estados Unidos, hay que usarlos, si él los tiene, que los use. Es importante y ya lo dijo el Presidente, quienes negocian deben ser las instituciones nacionales mexicanas y las instituciones nacionales americanas y canadienses, no se puede debilitar las figuras de los secretarios que tienen responsabilidad y funciones.
¿Los rumores debilitan?…
Irnos a lo formal y cuidar los tiempos. Lo importante es cuando el gobierno esté constituido y con un gabinete, con ese hay que negociar en condiciones adecuadas y dignas entre el presidente de México, el presidente electo americano y el primer ministro Trudeau. Además, es muy importante, ya se reunió el presidente Peña con el primer ministro canadiense Trudeau en la mesa de negociaciones del TLCAN. Tenemos que trabajar previamente con gran intensidad, afinar posiciones junto con Canadá, que va a ser nuestro aliado.
Fantasma de la recesión
Hay otro tema importante que usted planteó, si esta situación genera oportunidades importantes. La historia es fundamental, hay muchas similitudes muchas de ellas dramáticas con el escenario de la gran depresión no solo nacionalmente sino internacionalmente. Le mencionaba la segunda guerra mundial donde por razones distintas de repente se cerró la posibilidad a México de poder tener acceso a maquinaria, a equipo, productos intermedios y bienes de consumo.
Cuando México tenía una infraestructura industrial muy inferior a la que tenemos hoy, el país reaccionó rápidamente a ese problema externo: nos industrializamos y crecimos al 6 por ciento. Ahora, la situación nos permite corregir los problemas que no se resolvieron en 1994 con la anexión del TLCAN. ¿Qué sucede ahora? que tenemos cadenas productivas que no son muy importantes y que provocan que algunos sectores nacionales estén encadenados al sector canadiense o al sector americano automotriz, aeroespacial.
Importancia cadenas productivas
Hay cadenas productivas hacia el exterior pero no hacia el interior del país. Tenemos un bajísimo contenido local en las exportaciones— andan en el orden de la tercera parte—, es decir, las exportaciones no tienen encadenamientos o amarres con la producción interna. Economistas muy buenos mexicanos como Jaime Ros y Carlos Moreno Brid escribieron un libro reciente sobre el desarrollo económico, hay una frase lapidaria “México escogió un modelo de crecimiento sustentado en las exportaciones que lamentablemente no ha producido crecimiento”. Tenemos ya dos, tres décadas de crecer a un mediocre dos por ciento a pesar de que las exportaciones aumentan como esquema del libre comercio, aumentan las importaciones pero no se está traduciendo en mayor crecimiento.
Hoy se requieren cambios en el modelo de desarrollo del país; cambios en el modelo de desarrollo de país, sin olvidarnos del sector externo y las exportaciones.
No podemos volver a un sistema de los 50´s y los 60´s, un modelo que era básicamente sustentable basado en la sustitución de importaciones. Necesitamos las exportaciones pero hay que apoyar el mercado interno, aumentar los contenidos locales de manera muy importante y eso implica cambios en el modelo de crecimiento.
¿Este alejaría el fantasma de la recesión?
Por supuesto, otra vez la recesión y la historia. En la gran recesión se pasaron de listos los americanos cuando impusieron una tarifa para proteger su economía, una tarifa relativamente alta que se llamó la Ley Hawley Smoot —ley de aranceles propuesta aprobada el 17 de junio de 1930, que elevó unilateralmente los aranceles estadounidenses a productos importados—. Esa tarifa a los aranceles profundizó la gran recesión.
Hoy, si los americanos establecen un régimen como han amenazado — aunque dudo se vaya a a dar—, hablan de un 35 por ciento de tarifas a México y el 45 por ciento de tarifas a China, se desataría una guerra comercial en el contexto de una economía mundial muy frágil. Se rompería el orden económico de la post guerra y producirían más incertidumbre en la economía mundial que insisto, está endeble, como lo ha reconocido el Fondo Monetario lnternacional.
A esto hay que añadirle fenómenos como el brexit, el posible triunfo de Le Pen en Francia, el referéndum de Renzi en Italia, y entonces sí puede haber un fenómeno de recesión mundial.
Un modelo de desarrollo diferente
Si no se negocia un buen acuerdo con el gobierno de Trump, si éste rompe las cadenas productivas automotrices o aeroespaciales, si impone aranceles, si se genera más incertidumbre o el proceso de negociación dura mucho tiempo, el crecimiento de México se viene abajo. El Banco de México, dentro de su rango ya habla de crecimientos por debajo del 2 por ciento y si se va al uno por ciento o menos, México podría entrar en recesión.
Hay que hacer la tarea interna con un modelo económico diferente, con el que podríamos compensar, como lo hicimos antes con éxito, con el modelo llamado desarrollismo de 1933 a 1973; crecim
os al 6 por ciento. Hubo 7 recesiones en Estados Unidos y ninguna produjo recesión en México, aunque sí afecto un poco los ritmos pero nada más.
¿Qué se requiere? Una activa política industrial, una política regional. Ya hay un embrión, lo que son las zonas económicas especiales; somos económicamente medio país. Medio país, es lo que es de clase media para arriba, la otra mitad del país son grupos de muy bajos ingresos, afectados por una muy fuerte desigualdad. Tener una política regional activa, agresiva, permite aprovechar las fortalezas que tenemos.

70 CUADRATINES COLOR Y BN
Inversión en infraestructura
Hay que utilizar de manera muy importante la inversión en infraestructura, que es una corriente internacional. Donald Trump habla de fuertes inversiones de infraestructura, lo mismo que el ministro de Hacienda del Reino Unido, Phillip Hamond o del primer ministro de Canadá Justin Trudeau. Estados Unidos y Canadá que no tenían un banco de infraestructura lo están creando, también lo hizo China.
México tiene un banco de infraestructura que es Banobras, hay que fortalecerlo, darle recursos que pueden ser no solo presupuestales psino de endeudamiento orientado a la inversión. La inversión en infraestructura es absolutamente fundamental.
El crédito de la banca es otro punto importante. No tenemos banca de desarrollo: Banobras y Bancomext ahí la llevan pero Nafinsa es un desastre, no es la banca del desarrollo sino del subdesarrollo. Los países que están creciendo rápidamente son China para empezar, Brasil en su buen momento —en el periodo de Enrique Cardozo y en el primer periodo de Lula Da Silva—y donde el Banco Nacional de Desarrollo de Brasil y nuestra Nacional Financiera daba más crédito de largo plazo que todo el banco Mundial junto. Fue la época en que Brasil creció entre 5 y 6 por ciento, luego entró en problemas.
Hay que orientar a la banca y a las Afores a que den crédito, no al consumo como lo dan hoy a las tarjetas de crédito, vivienda —eso lo veo bien— pero sí mucho crédito al consumo. Se están usando las tiendas de raya, que es el crédito sustentado en la nómina, eso es una tienda de raya.
En cambio, el crédito que da la banca comercial a la industria, a la agricultura, a la energía y a la infraestructura, es absolutamente ridículo, tenemos que apoyar a las cadenas productivas nacionales.
Hay algunos esfuerzos tibios en la Ley de Energía, que hay que utilizar y una buena noticia de inversión en el sector energético incluyendo fósiles, renovables y no renovables; la inversión en medio ambiente hay que reactivarlo porque no ha cuajado y hay que activar a proveedores nacionales, que eran dos terceras partes y ahora es una tercera parte de energía.
También hay que aumentar los salarios mínimos de forma razonable para que no produzca inflación pero también el salario mínimo aumentando va a dar una mayor sustentación al mercado interno. Hay muchas cosas que hay que hacer.