Jacquelin Ramos

¿Dónde quedó el significado y logros de la Revolución Mexicana, a más de 100 años de iniciada? Las modificaciones al calendario laboral —los llamados fines de semana largo— es parte de las muchas situaciones que han sepultado el aniversario cada 20 de Noviembre de ese hecho histórico, y poco se recuerda el movimiento que transformó la realidad nacional, por una serie de demandas necesarias para hacer un país más igualitario, pero que fracasó con la creación de un sistema político que desdeñó la Constitución; es la forma en que el escritor e historiador Alejandro Rosas da respuesta a la interrogante qué sigue vigente en la historia de México.

Alejandro RosasAutor de libros como Los presidentes de México Mitos de la historia mexicana, Alejandro Rosas, en entrevista para Siempre!, explica que existe una percepción de la Revolución como una lucha del poder por el poder, pero, además, hay una percepción de que no se sabe hasta el momento qué fue lo que verdaderamente sirvió de la Revolución.

El 20 de noviembre “era una fecha muy señera para el sistema político priista en otros tiempos, porque era la época en que salía la burocracia a desfilar. Estamos hablando de los años 80, cuando era muy característico que se celebrara en grande porque, obviamente, el régimen había salido de la Revolución en 1929, y fundó el Partido Revolucionario Institucional (PRI)”.

“Nos damos cuenta de que no le otorgamos el significado correcto a la Revolución; en nuestra vida cotidiana por lo regular seguimos tomando sólo a las figuras de la Revolución: Emiliano Zapata, Francisco Villa, o de pronto sale a relucir Francisco I Madero como figura de la democracia, sólo eso tenemos presente”.

 

Revolución MexicanaDejar atrás la efeméride

Debemos dar por muerta la Revolución, explica, que siempre nos contó el sistema político mexicano y más bien “tenemos que retomar lo que no se pudo concluir de la Revolución, que son muchas cosas contenidas en la Constitución”.

“Se debe enseñar la Revolución en las escuelas como un proceso y sin prejuicio —insiste Rosas—; dejar la historia oficial de lado y plantear los porqués: por qué surgen los problemas, los conflictos, por qué se comportaron así, y cuáles fueron las consecuencias, eso nos llevará a otra lectura de los personajes”. Agrega que al alumno se le debe enseñar el proceso, cómo es que llegamos a una revolución y qué significaron diez años de violencia revolucionaria, realmente exponer qué sucedió.

Dejar atrás la Revolución como efeméride, propone el novelista, continuar con la idea de la Revolución como una de las tareas inconclusas de una sociedad que en 1910 se levantó para exigir sus derechos.

Durante la segunda mitad del siglo XX, la historia oficial reconstruyó el pasado a partir de verdades a medias o mentiras completas. La historia oficial se creó alrededor de una serie de mitos que desvirtuaron los hechos pero que permearon en el imaginario colectivo de la sociedad.

Por ello tenemos una Revolución tan distorsionada, asegura Rosas, “por un momento se piensa que todos los revolucionarios eran amigos luchando por una causa común, o contra el general Porfirio Díaz y luego contra Victoriano Huerta. Rara vez se habla de que se confrontaban entre si, que terminaban por ensangrentar el país por una lucha por el poder”.

Realmente la narrativa o la forma como el sistema cuenta la historia de la Revolución es muy distinta a como sucedió en realidad. Por ello, “es importante que la recuperemos principalmente para quienes les interese la historia y desean reconstruir la historia de la Revolución Mexicana”.

Revolución MexicanaEn cuanto a los protagonistas de este histórico movimiento que estalló en 1910, nos dice el escritor, son magnificados en muchos sentidos y no los colocamos en su justo medio. Finalmente todos los personajes eran personas que estaban en su entorno, que en el momento en que estalla el caos sus propias personalidades se deslizan sobre él. Son mostrados verdaderamente fuera de serie, es decir, sus personalidades son llevadas al límite por el caos en la que se vivía.

Pensar en que eran puros y no se equivocaban es un error, hay que tratar de comprenderlos en su momento, en su circunstancia y no como serían hoy.

Rosas describe que al analizarlos en el México de hoy, no cabría Villa, no cabría Carranza, ninguno de ellos, porque todos eran antidemocráticos y profundamente autoritarios, “quizás el único que sigue cabiendo es Madero, por su idea de darle su lugar al ciudadano dentro de la democracia; todos los demás se hubieran sentido incómodos con los derechos humanos, con una prensa libre, con instituciones que limitan el poder, es muy peligroso hacer un análisis de los personajes del pasado a la luz de los hechos del presente”.

El espiritista Madero

Esta novela histórica de Alejandro Rosas Sangre y fuego habla acerca de la etapa más oscura y descarnada de la Revolución Mexicana, derivada del golpe de Estado del general Victoriano Huerta y del consecuente asesinato del presidente Francisco I. Madero.

A través de la biblioteca de su padre, Madero conoció los misterios del espiritismo y desde 1902, establecido en San Pedro de las Colonias, Coahuila, se dio a la tarea de difundir la doctrina. En su propia casa fundó y dirigió el Círculo de Estudios Psíquicos de San Pedro, a donde asistían vecinos y miembros de su familia.

Pero, ¿Madero habló con los espíritus?; el escritor asegura que sólo llegó a ser médium escribiente, organizaba sesiones espiritistas pero no hablaba con los muertos en ese sentido, es decir, se ponía en trance y siendo médium escribiente supuestamente recibía los mensajes del mas allá. Todo lo que escribió de esos mensajes están publicados por Editorial Clío, transcritos en el año 2000 por el mismo Rosas.

En su opinión, Madero estaba convencido de que tenía que cambiar las cosas: “si fue espiritista o médium escribiente es lo de menos, lo importante es que pudo haber sido budista, judío o católico o lo que haya sido, pero siempre será reconocido por su confianza en el grito original de la primera parte de la Revolución: sufragio efectivo no reelección, el gran legado que dejó este movimiento”.

Revolución MexicanaMadero pensaba que si México quería salir de la circunstancia en que se encontraba, tenía que ser con el concurso de los ciudadanos, los ciudadanos tenían que participar, involucrarse, asumir sus responsabilidades, comportarse a la altura; esa ciudadanía mucho más preparada y comprometida sin duda alguna podía elegir a los mejores para que los gobernaran. Entonces, teniendo una buena ciudadanía más un buen gobierno elegido por esa ciudadanía, como resultado iba a traer un bienestar, eso pensaba. Sin embargo, a final de cuentas sobreestimó a la ciudadanía de ese entonces, porque en aquellos años, el noventa y cinco por ciento era analfabeta, y ochenta por ciento rural, realmente nada qué ver con la sociedad de hoy.

Hoy estamos más cerca, reitera Rosas, de lo que asentaba Madero, del papel de la sociedad en la transformación del país, algo difícil en 1910.

Terminó el proceso histórico

El éxito de la Revolución, reconoció el historiador, es sin duda alguna, la Constitución, gracias a ella, a pesar de la lucha de intereses y la lucha entre los caudillos de la Revolución, lo más importante del periodo fue que se codificaron muchas cosas, es decir, se llevaron a la ley muchas cosas que antes no estaban codificadas, ese es el gran triunfo de la Revolución; se logró compulsar todas las demandas que le dieron origen y, además, las que se fueron sumando a lo largo del propio movimiento, de orden político, económico y social.

A más de cien años se sigue analizando en qué momento termina la Revolución Mexicana, o si no ha terminado. Alejandro Rosas responde:

“Terminó justamente el proceso histórico y hay que dejarlo descansar en paz. Como todo país solo debemos retomar los principios fundamentales que pueden darle una visión distinta al país hoy en día. Ya no debemos abanderarla como la Revolución que es todo o fue todo. Es una gran mentira del sistema político que hablar de la Revolución solucionaría todo, no lo solucionó por la corrupción y la impunidad que se vivió. Sí vale la pena que la recordemos, que la conozcamos, pero dejémosla en donde esta”.

Concluye la entrevista con el autor de la trilogía Érase una vez México, que aborda los acontecimientos cruciales para entender el México actual, como la Revolución, la caída de Madero, el enfrentamiento entre los revolucionarios, la Constitución, todo lo que fue llamado el “milagro mexicano”, las crisis económicas, la alternancia y finalmente el retorno del PRI a la presidencia nacional.