Amplias opciones de tratamiento

De acuerdo con Michel Sidibé, director ejecutivo del programa de Naciones Unidas en la lucha contra el sida (ONUSIDA), “en la actualidad el alcance de la prevención y las opciones de tratamiento para el VIH nunca han sido tan amplias como hoy. No hemos acabado con el SIDA, pero podemos hacerlo”. Cifras de esta institución revelan que en junio de 2016 tenían acceso a la terapia antirretroviral 18.2 millones de personas en el mundo, 2.4 millones más que en junio de 2015 y es más de dos veces superior a la de 2010 (7.5 millones).

En México, de acuerdo con datos de Censida y la Secretaría de Salud, hasta el tercer trimestre de 2016 se tienen registrados casi 186 mil personas que hoy viven con VIH en el país. Y de acuerdo con ONUSIDA, México tiene una epidemia concentrada y estable.

A través de la prevención se pretende que en 2020, el 90 por ciento de los infectados conozca su situación, y 90 por ciento de los portadores reciba tratamiento. En el mundo aún hay 36.7 millones de personas que viven con esta afección, de las cuales casi 20 carecen de acceso a las terapias. En 2015, 2.1 millones de personas contrajeron la infección, y aunque se ha conseguido una importante reducción de las infecciones en niños, desde 2010 las cifras de nuevas infecciones en adultos se han mantenido. Cada año desde 2010, cerca de 1.9 millones de adultos se han infectado con el VIH.

Las muertes relacionadas con el SIDA han disminuido en un 45 por ciento con respecto a las de 2005, cuando se registraron los máximos históricos, pero aun así, en el último año 1.1 millones de personas en todo el mundo murieron por causas relacionadas con el este mal.

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En el marco del Día Mundial de la Lucha Contra el SIDA, este 1 de diciembre, Michel Sidibé señaló que es necesario potenciar las iniciativas que abordan la lucha contra el VIH desde un enfoque centrado en las distintas etapas de la vida, como la transición de las jóvenes adolescentes a la edad adulta es una etapa especialmente vulnerable —principalmente en África, que sigue siendo el continente más castigado por la enfermedad—. Las mujeres se enfrentan a una triple amenaza no solo porque tienen un riesgo más alto de contraer la infección, sino porque tienen poco acceso a las pruebas diagnósticas y también presentan una escasa adherencia al tratamiento. Se ha demostrado a través de recientes estudios en Sudáfrica, que los hombres adquieren la infección a través de relaciones con mujeres adultas y, después, transmiten el virus a adolescentes y mujeres jóvenes, que completan el círculo cuando crecen.

Para combatir este círculo de infección, desde el punto de vista de Sidibé es necesario empoderar a las jóvenes para que tengan más control sobre sus derechos sexuales y reproductivos, además de que se debe innovar y buscar la forma de que el mensaje alcance a los hombres. “Es un punto fundamental, porque si no, no podremos cambiar el signo de la transmisión del virus”, señaló.

Además de centrarse en la prevención, los científicos por su parte entablan una batalla contra un peligroso enemigo: la resistencia a los fármacos. No sólo a los antirretrovirales, sino a los antibióticos y a las medicinas para la tuberculosis que un gran número de seropositivos necesitan para vivir. Los costos para generar nuevos medicamentos cada vez son más difíciles de cubrir, por lo que es necesario asegurar un buen uso de las terapias disponibles. ONUSIDA publicó un informe en este sentido, en el cual asegura que es necesario fomentar una mayor sinergia con programas de tuberculosis, hepatitis C, papilomavirus y cáncer de cuello de útero, algunas de las enfermedades que en mayor medida afectan a las personas con VIH y que no siempre se tienen en cuenta en las unidades de atención a los seropositivos.

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