Braulio Peralta/Autor de El clóset de cristal

Eve Gil

El clóset de cristal es un libro destinado a la polémica, especialmente en un país de escasos lectores y donde gran parte de los que presumen de serlo se dejan hipnotizar por las reseñas de gurús mal intencionados y prejuiciosos, que a su vez tampoco leen o leen según los criterios editoriales del medio para el cual escriben o lo hacen con las vísceras.

No fue fácil para el periodista Braulio Peralta tomar la decisión de humanizar a uno de los más enigmáticos y, al mismo tiempo, influyente intelectual mexicano de todos los tiempos: Carlos Monsiváis (1938-2010).

 Indicios

“El origen es un texto que se publicó en vida de Monsiváis en un libro titulado A dónde vais Monsiváis y que titulé, precisamente, “El clóset de cristal”. Laura Emilia Pacheco, la editora, me dijo muy preocupada que antes de pasarlo debía consultarlo con el propio Monsiváis, pero me le había adelanto y él estuvo completamente de acuerdo. Por entonces, Carlos estaba a un tris de salir del clóset, porque su férreo activismo a favor de la causa lésbico gay no parecía suficiente para ubicarlo como parte de esa comunidad. Hay que tomar en cuenta, sin embargo, que un escritor es lo que escribe, la persona de un escritor está en sus libros”.

A decir de Braulio, no es que Monsiváis no haya salido del clóset, sino que lo hizo de manera sutil, empezó a hacerlo a través de Escenas de pudor y liviandad (1988), para casi traspasar el cristal en Apocalipstick (2009). Él abrió una puerta al tema de la homosexualidad al plantear las múltiples  maneras de incursión de los gays de la sociedad a partir de los años veinte, centrándose muy especialmente en Salvador Novo pero también en Juan Gabriel, y el mundo de la farándula en general. Develó el secreto de compositores como Gabriel Ruiz o Frank Domínguez que escribieron canciones dedicadas a hombres que los heterosexuales hicieron suyas sin imaginar siquiera a que se referían ese “mundo raro”. Elvira Ríos tiene una canción titulada “La cita” donde alude al temor de un amor más que prohibido.

Carlos Monsivais“Por otra parte —agrega Braulio—, no soy el primero en «denunciar» a Monsiváis como gay: les recuerdo que Elena Poniatowska lo hizo al mencionar a su pareja de entonces, Omar García, o Enrique Krauze, al aludir la triple marginación en que vivía el cronista. El músico Horacio Franco colocó la bandera del orgullo gay sobre el féretro de Carlos. No era un secreto para nadie”.

Lo que Braulio saca del clóset no es tanto a Carlos como gay, sino como ser humano. Citar a sus parejas, que no fueron muchas pues al parecer no era sentimentalmente estable o mencionar un baño de vapor al que era asiduo, no es lo más importante que nos revela de quien fuera su gran amigo.

Se exponen los contrastantes rasgos de personalidad de Carlos, que lo mismo podía asistir y acompañar a morir a pacientes terminales de sida y pelear por los derechos de quienes contrajeron la enfermedad en sus momentos más críticos (décadas de los 80 y 90), que ejercer una práctica común e ingrata entre los intelectuales mexicanos que, a diferencia de nuestro personaje, nunca han actuado desinteresadamente a favor de nadie: el ninguneo.

Homenaje a Yolanda Andrade

“Que un homosexual pelee por los derechos de los homosexuales es mucho más meritorio de lo que podría pensarse —señala Braulio—. La homofobia no es exclusiva de los heterosexuales: existe entre los propios homosexuales. A quienes criticaron, y critican, a Carlos por no haber salido explícitamente del clóset les recordaría que él hizo por el movimiento gay mexicano mucho más que cualquiera de sus críticos, que se asumieron gays de siempre.

Si los estadounidenses tienen su Gore Vidal y los franceses a su Michel Foucault y los ingleses a su Oscar Wilde, los mexicanos tenemos a nuestro Carlos Monsiváis.

Esto me hacer recordar una afirmación del recientemente fallecido Luis González de Alba —que se suicidó el 2 de octubre— respecto a que él solo dejaba ingresar a los bares de su propiedad a “homosexuales muy machos”, es decir, bigotones, con pantalón vaquero, botas, sombrero, camisa a cuadros y apestosos a sudor.

“González de Alba —dice Braulio— no aparece en mi libro porque, aunque fue de los fundadores del Frente de Liberación Homosexual, terminó lucrando con el movimiento. Abrió bares donde cobraba por entrar, además de reservarse el derecho de admisión. Los bares no podían formar parte de un movimiento porque eran un negocio, es como decir que el Teatro Blanquita es un movimiento de la vida nocturna”.

Le pregunto a Braulio si no teme alguna reacción adversa por parte de algunos participantes del movimiento —bisexuales— que terminaron casándose y teniendo hijos, como sería el caso de Jorge Fitch: “Él me dio una entrevista para el libro —apunta Braulio— y me dijo que no había problema, que sus hijos estaban enterados de todo, que nada había que ocultar. La homosexualidad no tiene por qué ser un secreto. Lo que sí es un crimen es callarse los crímenes de odio por homofobia”.

El clóset de cristal es, ante todo, la reconstrucción periodística e historiográfica de un movimiento social cuyo indiscutible protagonista fue Carlos —aunque se cita a muchos otros, entre ellos, Nancy Cárdenas, José Ramón Enríquez, Xavier Lizarraga, pero también realiza pequeños homenajes como sería el rendido a la enorme fotógrafa mexicana Yolanda Andrade.

“Yolanda Andrade —dice Braulio— ha cubierto prácticamente todas las marchas gays y sus fotografías muestran lo que no dicen los textos: el aliento, el cansancio el gesto, la chaquira, la lentejuela, las alas de imitación de un mundo donde las sexualidades son múltiples. Personalmente soy un apasionado de la fotografía, gusto que compartía con Carlos, que poseía una de las más extensas colecciones de libros de arte”.

Pregunto a Braulio por qué optó por un recurso más propio de la literatura para detallar su crónica, que es el narrador en segunda persona, y por qué esa segunda persona se dirige a él mismo.

 Un libro sobre Juan Gabriel

“El género que utilizo —responde el periodista cultural— es la crónica: la crónica íntima. Estoy totalmente hastiado de los libros de denuncia o ideologizados que hablan del narco, del secuestro, o los 43 de Ayotzinapa, no porque no haya que escribir acerca de todo esto,  sino porque me parecen libros sin alma. Siento que el lector no siente, que se le está dando una clase. El empleo de la segunda persona es un recurso para tocar al lector, «ponerse de pechito»; una forma de asumirme testigo. Es un recurso literario, no encontraba otra manera de hacerlo. Por otra parte, la crónica es el gran género ausente en los medios de comunicación tradicionales”.

No obstante lo anterior, Braulio no tiene la mínima intención de incursionar en la literatura: “Nací periodista y voy a morir así”.

Braulio está por publicar, también en Ediciones B, un libro dedicado a Juan Gabriel, del cual es compilador: “Son 16 textos de escritores y periodistas como Juan José Rodríguez, Sabina Berman, Adriana Malvido, Sanjuana Martínez, Guillermo Arreola, y otros que entre el 28 de agosto y el 12 de septiembre, víspera de su fallecimiento, publicaron artículos sobre él”.

El clóset de cristal está publicado por Ediciones B, México, 2016.