Lo que pudo haber sido y no fue

Por Humberto Musacchio

No hace mucho tiempo, hubiera sido impensable que la izquierda saliera a defender el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), al que se opuso en forma cerrada en lugar de presionar al gobierno de Carlos Salinas de Gortari para que a las negociaciones sobre el libre flujo de mercancías y capitales se agregara el tránsito franco de personas, como ocurre en la Europa Comunitaria, donde los ciudadanos de un país pueden desplazarse a otro sin revisión fronteriza e incluso pueden establecerse en el territorio de su elección, estudiar y trabajar ahí con el mismo derecho que los nativos.

Hoy sin embargo, un representante del Partido de la Revolución Democrática (PRD) como Carlos Navarrete abandona su rechazo por temor a las eventuales medidas de Donald Trump. “Pensábamos en aquel tiempo (1993) que era lo peor que le podía suceder al país, que iba a aumentar nuestra dependencia y que no iba a ayudar gran cosa. Hoy, paradojas de la vida, creo que la izquierda tiene que defender la vigencia del TLC”, declaró recientemente Navarrete.

El ex líder del PRD, ya encarrerado, agregó que quienes se han beneficiado son precisamente aquellos por los que “el PRD históricamente ha luchado, obreros, jornaleros, campesinos”, lo que de ningún modo es cierto, pero Navarrete cree que el TLC propició que hubiera empleo, ingreso, distribución y producción y una mejoría en la calidad de vida de las familias, lo que contradice el magro crecimiento del PIB y el hecho de que 60 por ciento de la fuerza de trabajo esté en la informalidad.

Por su parte, Pablo Gómez consideró que el TLC “estuvo mal administrado por el gobierno de México”, pues a su juicio se debió promover simultáneamente “el desarrollo del mercado interno” mediante el fortalecimiento del salario, y no un mero aumento de las exportaciones para beneficiar “a una ínfima minoría” tanto de empresarios como de trabajadores.

Gómez, quien fuera uno de los presos políticos del 68, agregó que, en más de 20 años de vigencia, el Tratado  “ha sido un desastre. La responsabilidad la tienen los priistas y los panistas, que no le cambiaron nada a la política económica, y la robadera . Dejaron todo igualito. Es una vergüenza”. Pues sí, pero es lamentable que hasta hoy venga a darse cuenta.

Ahora es el momento de reorientar la economía mexicana, es la hora de romper con la dependencia de las exportaciones y de fortalecer el mercado interno. Pero lejos de pensar cómo hacerle frente a las amenazas de Donald Trump, uno opta por la entrega y otro por lo que pudo haber sido y no fue.

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