Gerardo Yong

Dos días antes de Navidad, la comunidad internacional recibía una de las mejores noticias no  sólo del año, sino del último lustro: la liberación de Alepo. Esta ciudad, considerada como la segunda más importante de Siria por ser la sede del poder administrativo, fue finalmente liberada por las fuerzas del presidente Bashar Al Assad y las tropas rusas, aliados incondicionales del mandatario sirio. El operativo fue posible gracias a que la derruida urbe, capturada desde 2015 por las fuerzas yihadistas rebeldes, sufrió más de un mes de bombardeos intensos, los cuales impedían a organismos como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Media Luna Roja Arabe Siria, llevar víveres y suministros médicos a la población que había quedado atrapada entre el fuego de ambos bandos. La noche del 22 de diciembre casi 800 rebeldes del autodenominado Estado Islámico se rindieron y se acogieron a la amnistía del gobierno sirio. Con ello, tropas sirias, rusas y turcas apoyaron la evacuación organizada por los dos organismos humanitarios internacionales. En menos de 24 horas se concretó la salida de más de 35 mil civiles, muchos de ellos heridos o enfermos, así como cientos de combatientes, Esta fue considerada como la operación humanitaria más importante en la historia de la humanidad, en una guerra que en tan sólo cinco años ha cobrado la vida de más de 300 mil personas y el desplazamiento de más de la mitad de la población del país; la mayoría hacia Europa. El Centro ruso reportó a su vez que unos 13 mil 300 civiles, de los cuales 5 mil 831 eran niños, habían sido evacuados de diferentes barrios orientales de Alepo como las localidades asediadas de Foua y Kefraya, situadas en la provincia de Idlib. Allí se encontraban atrapadas más de mil 200 personas, en su mayoría mujeres, niños y ancianos, que fueron evacuadas en la dirección opuesta y trasladadas temporalmente a Alepo por personal humanitario.

Asistencia humanitaria: la prioridad

Aunque el conflicto todavía está lejos de terminar, ya que los yihadistas siguen prevaleciendo en otras zonas del territorio sirio, esta simple operación garantiza la vida de la población civil y propiciado el optimismo en que el resto de la operación pueda concretarse ir resolviéndose pronto. Para Marianne Gasser, jefa de la delegación del CICR en Alepo la prioridad era no sólo prestar asistencia a las personas más vulnerables, sino asegurar que los civiles dejaran la ciudad de forma voluntaria, “Estas comunidades vivían en barrios que han quedado totalmente devastados por la violencia, y las familias han estado luchando durante meses para encontrar seguridad, comida, asistencia médica o un alojamiento apropiado. Incluso si la situación era sumamente dolorosa y confusa, estas personas estaban desesperadas por irse”, señaló.

AlepoViolencia, hambre, frío…

Muchos hablan de la situación como si estuvieran allá, pero pocos saben cómo vive la población afectada no sólo por la guerra, la violencia y el desabasto, sino por las duras condiciones climáticas. Alepo es un lugar que se encuentra en un valle rodeado de varias colinas que impiden las caricias calurosas del Mediterráneo. Está ubicada a casi 400 metros sobre el nivel del mar. Aunque rara vez llega a nevar; la zona es fría sobre todo en esta temporada de invierno. En estos momentos estamos hablando de temperaturas que van de cuatro a dos grados, por lo que el frío es otro de los graves problemas que los pobladores tienen que  enfrentar, además de las condiciones conflictivas reales.

“Con unas temperaturas por debajo de cero, la gente empezó a quemar lo que encontraba, incluso mantas y ropa, para calentarse y calentar a sus hijos mientras esperaba ser evacuada”, dijo Gasser. “Más de 100 voluntarios de la Media Luna Roja Árabe Siria y colaboradores del CICR permanecieron a su lado día y noche durante la semana pasada, para garantizar su seguridad, darle apoyo y tranquilizarla lo más posible”, indicó.

Los retrasos son fatales

La evacuación no se completó a la primera. Hubo varias ocasiones que el proceso se vio interrumpido debido a que todavía habían partes de la zona donde no estaba garantizada la seguridad y tenían que completarse diversas negociaciones al respecto, en las que no participaron ninguna de las dos organizaciones internacionales como mediadores neutrales. De hecho, al inicio de las múltiples evacuaciones que la CICR intentó en abril pasado, los convoyes se tuvieron que detener poco después de haber salido de sus bases, debido a que se escuchaban disparos y su seguridad estaba en la incertidumbre. Ciertamente fueron sólo unos minutos de retraso, pero en ese minúsculo tiempo ya habían muerto decenas de heridos.

“Antes de entrar en Alepo oriental para la primera evacuación, oímos disparos. No supimos hasta último momento si podríamos entrar en la ciudad. Una grúa retiró parte de los escombros de la calle para dejar pasar a las ambulancias y autobuses. Había automóviles quemados y salía humo de los edificios vecinos. La atmósfera era de miedo e incertidumbre”, comentó Gasser. “Cuando llegamos, la escena era desoladora. Las personas se enfrentan con alternativas imposibles. Sus ojos están llenos de tristeza. Era muy penoso. Nadie sabe cuántas personas quedan en la parte este, y la evacuación podría llevar días. En colaboración con la Media Luna Roja, seguiremos actuando en carácter de intermediario neutral y ayudaremos al mayor número posible de personas necesitadas”, añadió.

AlepoSomos de todos: CICR

Tanto el CICR como la Media Luna Roja han sido piezas claves en un sinnúmero de conflictos internacionales, no sólo para aliviar el dolor de la población tratando de llevar a los más necesitados no sólo ayuda, alimentos y atención médica, sino como interlocutores neutrales de la población civil en las rondas de negociaciones. Algo que ha hecho que estas dos instituciones sean confiables y mantengan su credibilidad es su profunda convicción imparcial. Una voz que grita somos de todos.

“Para ello, exhortamos a todas las partes a dar prioridad a la humanidad antes que a los objetivos militares”, aseguró la jefa de la delegación del CICR en Siria, Marianne Gasser, quien actualmente se encuentra en Alepo. “Estamos preparados para supervisar la implementación de cualquier tipo de acuerdo mutuo que ponga a la población civil en primer lugar. Nuestro llamamiento es más que urgente: hay que actuar ya”.

Sin límites de banderas

Gasser, quien comanda a los grupos de asistencia humanitaria en Alepo, reconoce que no siempre es fácil comprender las tareas realizadas por los organismos internacionales humanitarios, muchas veces ni las autoridades ni los combatientes son capaces de reconocer que estos se apegan a un código establecido en el derecho humanitario internacional, que exige respeto por el voluntarismo y asistencialismo médico internacional sin límites de banderas.

“Somos testigos de un ataque sostenido contra la prestación de asistencia de salud en conflictos armados, así como de una falta total de respeto por esa actividad. Conforme al derecho internacional humanitario y sus principios, el personal de salud debe poder prestar atención médica a todos los heridos y los enfermos, independientemente de su pertenencia política o de otra índole, así sean combatientes o no. Además, en ninguna circunstancia se le debe castigar por prestar atención médica de conformidad con la ética médica. El médico de nuestro enemigo no es nuestro enemigo”, aseguró la experta humanitaria. “Pero nos hallamos ante infracciones de esas normas fundamentales que tienen graves consecuencias humanitarias para comunidades enteras y sistemas de salud que ya están exigidos al máximo. Y esta no es solo la opinión de organizaciones como Médico Sin Fronteras (MSF) o del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja”.

AlepoRespeto al activismo humanitario

Pero no sólo son ellos los únicos que se quejan de esa falta de respeto por la actividad humanitaria, también otros grupos como la Asociación Médica Mundial, el Comité Internacional de Medicina Militar, el Consejo Internacional de Enfermería, la Federación Farmacéutica Internacional, la Federación Internacional de Hospitales, la Federación Internacional de Asociaciones de Estudiantes de Medicina y la Confederación Mundial de Terapia Física, organizaciones que representan a más de treinta millones de profesionales de la salud, que coinciden en que se necesitan mayores esfuerzos para respetar la inviolabilidad de la asistencia de salud. Ante ello, se han organizado para hacer cada día más visible la necesidad de apoyar la propuesta de una resolución histórica de la ONU destinada a proteger la asistencia de salud.