Pierden Norbert Hofer y Matteo Renzi
Bernardo González Solano
Lo relevante de las elecciones europeas es que los candidatos derrotados reconocen inmediatamente su fracaso y los triunfantes asumen el poder en la fecha señalada.
Sin mayores truculencias, a diferencia de los mesías tropicales mexicanos que no admiten sus derrotas ni con el 99% de diferencia. Así acaba de suceder en Austria donde el candidato a la presidencia de la populista ultra derecha perdió por más o menos 30,000 votos, y en Italia, el primer ministro, Matteo Renzi, perdió el referéndum que convocó para revocar decenas de artículos de la Constitución aprobada desde 1948 cuya esencia impidió que pudiera revivir el fascismo dirigido por Benito Mussolini desde antes de la Segunda Guerra Mundial.
Los partidos políticos mexicanos deberían entender, de una vez por todas, que no siempre se gana o, al contrario. Y que la democracia se basa en el principio de que un voto marca la diferencia para ganar o perder.
Austria dijo no
Así las cosas, el domingo 4 de diciembre pasado, Austria e Italia repitieron una excelente clase de democracia que muchos políticos y gobernantes —repartidos en el mundo—, deberían tomar como ejemplo, sobre todo en México. Los tiempos que corren no abren las puertas para que cualquier merolico o iluminado, se haga del poder como ha sucedido en tantos y tantos países de Hispanoamérica y de otros continentes. Pasó el tiempo que los guerrilleros derrocaban a tiros a un dictador para que, una vez logrado su propósito, ellos se eternizaban en el mando, como lo hizo durante 57 años el recién fallecido Fidel Castro Ruz al que, indudablemente, la “historia no lo absolverá”.

Alexander Van der Bellen
En los días que corren, “un fantasma recorre el mundo” —dijera la clásica frase—, el fantasma del populismo, tanto en Estados Unidos de América (Donald Trump es la mejor prueba) como en la vieja Europa. Por fortuna, no todo es apabullante. Hay sus más y sus menos.
Por ejemplo, la victoria, el domingo 4 del progresista Alexander Van der Bellen sobre el candidato de extrema derecha Norbert Hofer en los comicios presidenciales de Austria supone un respiro, pero al mismo tiempo un serio toque de atención para todo Europa (y del mundo, para no ser cortos) del que hay que extraer valiosas lecciones.
Los austriacos dijeron “no” al populismo. Triunfante salió Der Bellen, de 72 años de edad, profesor de economía y antiguo líder de Los Verdes.
“Me siento muy triste por no haberlo conseguido. Me hubiera gustado cuidar de nuestra Austria”, fueron las primeras palabras del derrotado Norbert Hofer del ultraderechista Partido de la Libertad. Más tarde, en una comparecencia por televisión junto a Van der Bellen, a quien durante la campaña le llamó “mentiroso”, “rancio pasado” y “exponente de un europeízo denostado”, apeló a la unidad de todos por Austria. No obstante, esto no es el final de la historia, Hofer anunció que se presentará a competir a las presidenciales de 2022, “por compromiso con sus votantes”.
Van der Bellen, por su parte, declaró: “No hubiera querido que Austria se convirtiera en el primer país de Europa occidental que cae en las garras del poder de una derecha demagógica… Esta campaña ha dividido a la sociedad austriaca y por esa razón mi primera tarea como presidente será cerrar heridas. Me hayan votado o no, seré el presidente de todos”. Anunció que será: “Un presidente pro-europeo, abierto al mundo, defensor de los valores y principios democráticos. Un socio fiable y cooperativo en la Unión Europea”, palabras que lo sitúan en las antípodas de Hofer.
Por lo mismo, Van der Bellen no pondrá los palos a las ruedas que anticipaba Norbert Hofer. No vetará, por ejemplo, el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea, porque cree que el proteccionismo no cura los males de la globalización y la economía de Austria depende en un 40% del comercio exterior.
Así las cosas, Donald Trump, el impredecible, ya tiene, en el presidente electo austriaco otro adversario. Alguien puede decir que las funciones de Van der Bellen son fundamentalmente de representación, sin mayor carga política. Es cierto, pero eso no significa que no sea otro peón europeo importante que no comulga con el exacerbado nacionalismo que ahora promulga el sucesor de Barack Obama.
Matteo Renzi: “He perdido y lo digo en voz alta… Ha sido una fiesta de la democracia”.
Italia también vota no
Con el rostro compungido el joven socialdemócrata comprometido con la idea de Europa, Matteo Renzi, primer ministro de Italia, en la noche del domingo 4 de diciembre en una rueda de prensa reconoció su absoluta derrota en el referéndum para una reforma constitucional convocado por él mismo: “El «no» ha ganado… Si pierdes no puedes hacer como si nada hubiera pasado… mi gobierno termina aquí”, dijo.
No podía ser de otra manera, al final la diferencia fue de casi veinte puntos: 40.6% para el “sí” frente a un demoledor 59.4% para el “no”, que se impuso en casi todo el país y las grandes urbes. En el sur de la bota italiana el rechazo a la reforma que habría eliminado al Senado del poder legislativo alcanzó récords de hasta 72% en Sicilia.
Renzi no quiso que nadie asumiera parte de la responsabilidad. Dijo: “He perdido. Pero en la política italiana no pierde nunca nadie. No ganan, pero ninguno pierde. Yo he perdido y lo digo en voz alta… Ha sido una fiesta de la democracia. Estoy orgulloso de que los ciudadanos se pronunciaran sobre la reforma en sí. Felicitaciones a los líderes del «no»”. De hecho, un alto porcentaje de los 50 millones de votantes italianos, casi el 70% acudió a las urnas. Algo inusitado.
Sin embargo, la separación del cargo —como anunció Renzi al conocer su derrota-— no es tan fácil. Aunque Renzi sí presentó su renuncia como primer ministro al presidente Sergio Matarella, tendrá que permanecer en el cargo hasta que se apruebe la ley de presupuestos en el Senado en los siguientes días. Sine die.

Mateo Renzi
Un aplazamiento de la dimisión como primer ministro —presentada a Matarella tal y como lo había anunciado—, pero que aceptó después de que así se lo pidió el presidente y que justificó por el “sentido de la responsabilidad. Mi renuncia será inmediatamente después de ese paso parlamentario”, informó Renzi en la sesión del Consejo de Ministros en la residencia oficial del Palacio Chigi en Roma.
La actual y enrevesada crisis italiana, sin precedentes en el país, es quizás la más complicada desde el fin de la II Guerra Mundial. No se olvide que Italia ha contado con 42 jefes de Gobierno desde Alcide de Gasperi (1945-1953) hasta el propio Renzi.
Matarella —como presidente es el jefe del Estado– será el árbitro de esta caótica situación. Por fortuna, es un político respetado y exmagistrado del Tribunal Supremo, que intenta evitar el riesgo de un salto en el vacío y que se abra un periodo de inestabilidad en el país, con repercusiones en todo Europa. Matarella, a diferencia de las fuerzas populistas, no quiere que Italia convoque inmediatamente a elecciones, en un ambiente que aún está envenenado y abiertas muchas heridas.
Por eso, en su primer encuentro después del referéndum, el presidente le pidió al exalcalde de Florencia (Renzi) que permanezca en el Palacio Chigi para esperar la aprobación de la ley de presupuestos en el Senado. Quiere congelar brevemente la crisis. “Hay compromisos y plazos que las instituciones tendrán que cumplir por respeto institucional”, comunicó, a su vez, Renzi al jefe del Estado.
Así, Matarella quiere dejar en claro dos puntos: 1) La democracia italiana es sólida, y para ello intentó dar garantías a quienes temen que el país caiga en la inestabilidad y el caos; 2) Se hará todo lo posible por calmar a los mercados y para ello dejó en claro que no desea elecciones inmediatas. Ya se verá.