La diplomacia vaticana una de las más influyentes del planeta

BERNARDO GONZALEZ SOLANO

Son muy pocos los jefes de Estado de 80 años de edad. Y menos que a las ocho décadas de existencia alguno desarrolle una agenda oficial diplomática sin días de fiesta ni vacaciones. Posiblemente la reina Isabel II de Inglaterra y Francisco -Jorge Mario Bergoglio Sívori (Flores, Buenos Aires, 17 de diciembre de 1936)-, el 266 Papa de la Iglesia Católica Apostólica Romana y octavo soberano de la Ciudad del Vaticano. Y lo más relevante del caso, es que con motivo de su octogésimo aniversario, el pontífice que llegó del “fin del mundo”, según él mismo dijo el día de su elección, no ha perdido el sentido del humor.

El sábado 17 de diciembre durante una misa en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico de la Santa Sede, el primer Papa jesuita de la historia dijo a los 60 cardenales que le acompañaban: “Desde hace algunos días me viene a la mente una palabra que parece fea y que también asusta, la vejez. Se me viene a la cabeza aquel poema (de Ovidio): ‘Aequo greda ad te senectus’ -‘Con paso silencioso se te viene encima la vejez’-. ¡Es un golpe!, pero hay que verla como una etapa más de la vida, con alegría y esperanza. La vejez es sed de sabiduría, esperemos que también para mí”. Y remachó: “un poco de sentido del humor ayuda a seguir adelante”.

Sucede que desde que el Sínodo de Cardenales lo eligió Papa el 13 de marzo de 2013, el jesuita argentino mantiene una frenética agenda papal y diplomática que no conoce descanso. La semana que se convirtió en octogenario no fue la excepción. Día por día: el jueves 15 llegó al hospital Bambino Gesù (Niño Jesús) que administra la Santa Sede; el viernes 16, presidió una reunión (fuera de serie) con el presidente (nuevo Premio Nobel de la paz) de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón y el senador ex presidente del mismo país, Álvaro Uribe Vélez, que prácticamente llegó minutos después de que comenzara la reunión porque había tomado un avión particular en Bogotá poco más de 12 horas antes. El Papa invitó a ambos personajes aprovechando que Santos se encontraba en Europa para recibir su preciado galardón, en un intento de desbloquear las diferencias entre ambos por el segundo acuerdo de paz alcanzado por el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

En esta imagen de archivo del 19 de septiembre del 2016, el presidente colombiano Juan Manuel Santos (a la izquierda) entrega el acuerdo de paz de su gobierno con las FARC al secretario general de Naciones Unidas Ban Ki-moon, en la sede de la ONU en Nueva York. (Foto AP/Craig Ruttle)Lo cierto es que el Papa Francisco puso en claro, una vez más, que la diplomacia papal es una de las más activas e influyentes del planeta. Y para ello no necesita contar con ninguna división armada tal y como inquiría el dictador comunista soviético José Stalin en plena Segunda Guerra Mundial.

Y no menos cierto es que el pontífice argentino ha depurado varias de las secretarías que dirigen la vida de la curia romana. Junto a la Secretaría de Estado –el órgano de gobierno papal–, Francisco ha dado un nuevo impulso a la diplomacia vaticana (con representación en más de 180 países, y en la ONU) que tiene gran protagonismo en el Oriente Medio, Cuba, Colombia, Venezuela y en muchos países de África. El nuevo nuncio papal en México vino del continente negro.

Fuentes vaticanas aseguran que “el Papa quiere que la Iglesia Católica tome riesgos en la resolución de conflictos; que se erija como un negociador en asuntos como los refugiados” que cruzan el Mediterráneo y que incluso ha llevado a varios de ellos a vivir al Vaticano.

Asimismo, el jesuita –que no  niega la cruz de su parroquia–, a diferencia  de sus antecesores en la sede petrina no ha dejado en manos de su secretario de Estado la gestión de la Iglesia, como hizo Benedicto XVI con el cardenal Tarsicio Pietro Evasio Bertone (Turín, 1934) o Juan Pablo II con Angelo Sodano (1927), actual decano del Colegio Cardenalicio, que en realidad actuaban como “vicepapas” casi sin ningún tipo de control. Por el contrario, “Francisco sabe todo lo que pasa”.

En reciente reportaje de El País Semanal, el reportero Jesús Rodríguez analiza los nuevos senderos de la Iglesia Católica bajo el mando de Francisco. El periodista presenta su trabajo: “En tres años, el Papa Francisco ha revolucionado el Vaticano. Ha optado por una vida más sencilla que sus predecesores, modernizando la Santa Sede, dando más autonomía a las Iglesias de todo el mundo, depurando las finanzas y creando una secretaría que centraliza los asuntos de abusos sexuales cometido en su seno. Sin embargo, a sus 80 años, se le acaba el tiempo. El siguiente paso en su hoja de ruta es pensar en su sucesor que no de marcha atrás a sus reformas cuando él desaparezca. En este espacio de tiempo ha nombrado a 44 ´electores´ cercanos a su línea de pensamiento… El sector más conservador de la Iglesia le ha declarado la guerra…

Continúa Rodríguez: “–¿El Papa es un revolucionario?

–Es un reformador. Por eso admira a Lutero. En su origen fue un conservador. Pero, como confesor conoce bien las debilidades del ser humano. Busca una evolución más que una ruptura. Un cambio de estilo. Quiere una Iglesia pobre para los pobres; que acoja y no regañe; con menos burocracia; que construya puentes y no muros; que no ponga solo el centro en la moral sexual. Es un cambio claro de prioridades. Francisco sabe que solo sumando, la Iglesia puede sobrevivir”.

Papa FranciscoEn tales condiciones, la reunión de Santos Calderón y Uribe Vélez en el Vaticano quizás no sea la última de este tipo de personajes que veamos durante el papado de Francisco. El pontífice argentino continuará mediando en la región hispanoamericana y hasta es posible que intervenga dado el caso que Donald Trump trate de expulsar a millones de mexicanos ilegales en territorio de la Unión Americana como lo ha vociferado en infinidad de ocasiones. No importa que el empresario no sea católico, ni mucho menos. Su cruz es un símbolo de pesos, no el crucifijo en el Gólgota.

Como ahora es público, el papel de la Iglesia Católica, así como el de Noruega, fue vital para el inicio del deshielo entre Cuba y Estados Unidos de América (ONU), deshielo que ahora está en entredicho por los arrebatos del que tomará posesión de la Casa Blanca el 20 de enero próximo. Asimismo, el pasado mes de octubre la Ciudad del Vaticano fue también decisiva para que el gobierno chavista venezolano y la oposición –que por el momento es mayoría en la Asamblea de Representantes– aceptaron hablar frente a frente para buscar una salida a la crítica situación del país bolivariano. Infortunadamente, la obcecada dictadura de Nicolás Maduro impidió que estas conversaciones pudieran desembocar en resultados positivos. En el caso de Colombia y las FARC, el compromiso del Papa Francisco con el proceso de paz es absoluto.

Mediar no siempre puede reconciliar a las partes en disputa. Por mejor voluntad que puso Francisco para reunir a los ahora irreconciliables adversarios colombianos, no fue posible que limaran sus diferencias respecto al nuevo acuerdo de paz con las FARC.

Álvaro Uribe cruzó el Atlántico a petición del Papa. Viajó en avión particular en vuelo de emergencia, casi no llega a la reunión en el Vaticano. Pero llegó para no moverse “ni un milímetro de su posición”. Lo positivo fue que el ex presidente y actual senador del Centro Democrático aceptó la mediación del jesuita argentino, pero ni ante él mostró intención de aceptar el segundo acuerdo entre el Gobierno y la guerrilla. El Obispo de Roma insistió a sus interlocutores sobre la importancia de la “cultura del encuentro” y el “diálogo sincero”. Primero por separado y después ante los dos. No fue posible.

Al final del encuentro –que tuvo lugar en la extraordinaria biblioteca del palacio pontificio–, se repitió la profundidad del distanciamiento. En todas las formas posibles. Santos y sus acompañantes fueron a visitar al presidente de Italia, Sergio Matarella. Uribe, por su parte, buscó a los periodistas para repetir las objeciones al segundo acuerdo –como lo hizo en Colombia con el primero–, tal y como lo ha hecho desde antes del plebiscito dominical del 2 de octubre (que ganó).

Jorge Mario Bergoglio Sívori empezó su jornada diplomática el viernes 16 con una audiencia privada de 20 minutos con el presidente Santos; después atendió a Uribe que llegó a la sede papal directo del aeropuerto de Fiumicino. Al último los tres se sentaron ante una mesa presidida por Francisco. Dos colombianos y un argentino. Hablaron en español. No necesitaron traductor. Sin embargo, no hubo entendimiento.

Uribe dijo que en plática con el Papa le pidió que intercediera con Juan Manuel Santos para que este aflojara sus planteamientos de cara a la implementación de los acuerdos. “La verdad es que él tiene sus tesis. Yo expresé mis preocupaciones y ojalá hubiera alguna oportunidad de apertura. Mutuamente nos escuchamos“…”le pedí que modificase los acuerdos y temas muy delicados que él no ha querido reformar y le pedí aperturas del ente de su santidad”, concluyó.

Santos Calderón, por su parte, explicó ante Francisco y Uribe, que los “acuerdos ya están firmados y en proceso de implementación”…”Por parte del Gobierno, hay la mejor disposición. Como hablamos con el Papa, la paz se construye como una catedral, ladrillo a ladrillo. Y eso requiere el esfuerzo de mucha gente durante mucho tiempo. Y eso es lo que Colombia tiene por delante, afortunadamente ya sin el lastre de una guerra”. Y nada más.

De regalo, Francisco recibió un balígrafo, una bala calibre 50,sin pólvora, convertida en bolígrafo con la que se firmó el acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC. La diplomacia vaticana continuará en su propósito. VALE.