Icono de la historia del siglo XX

José Fonseca

A pesar de las ilusiones racionalistas, e incluso marxistas, toda la historia del mundo es la historia de la libertad.

Albert Camus

Al morir Fidel Castro quedan a la vista las ilusiones y desilusiones de la utopía política y social.

Las reacciones ante la realidad y lo que pudo ser hacen imposible la neutralidad ante la figura de Castro.

Para admiradores y detractores no hay términos medios, no hay tonos grises, sólo blanco o negro, revolucionario o dictador brutal.

Innegable que, como quiera que se le vea, Fidel es un icono de la historia del siglo XX.

Tomó el poder en una isla cuyo territorio no es mayor que el territorio del estado de Oaxaca. Desde ahí se convirtió en uno de los principales protagonistas de la Guerra Fría. Al aliar a Cuba con la Unión Soviética instauró en el continente americano el primer gobierno marxista leninista.

Sí, gobernó con mano de hierro, pero también desde su pequeña isla inflamó la imaginación de más de una generación y apoyado en esa efervescencia social y política buscó que en todo Latinoamérica se extendieran los regímenes marxistas y leninistas, mediante el apoyo y respaldo a muchos movimientos guerrilleros.

No lo hizo en México. Reconoció el riesgo que corrió México cuando se opuso a Estados Unidos en la OEA y nunca rompió relaciones con el régimen castrista y siempre se opuso a la invasión de Cuba.

Y por décadas la política exterior mexicana las mantuvo, a pesar de las grandes presiones recibidas de Washington. Tal actitud no pasó inadvertida a Fidel.

A esa relación especial con México se refirió el presidente Enrique Peña Nieto en La Habana al mencionar que “Fidel Castro quiso mucho a México” y al ofrecer a Cuba acompañarla en los tiempos difíciles de transición que se avecinan.

Porque más allá de lo que haga Donald Trump, en Cuba ya nada podrá ser igual después de la muerte de Fidel. A corto y mediano plazo se verán las consecuencias de los procesos económicos, políticos y sociales en Cuba.

México no puede quedarse al margen de esos procesos. De ahí el ofrecimiento de acompañar a Cuba en sus decisiones de cambio. Es del interés geopolítico de México. Quizá los cambios lleven más tiempo del deseado, pero los habrá.

Si se serio el propósito del presidente electo norteamericano de revertir el proceso de acercamiento con Cuba, lo que aislaría otra vez al régimen castrista, es posible que México también tenga ante Washington esa carta por jugar.

Así que, pese a las críticas, el interés de México se cuidó con el viaje presidencial a las exequias de Fidel Castro.

jfonseca@cafepolitico.com

Fonseca