Es común que tras una guerra, cataclismo o cambio político llegue en consecuencia una reflexión a fondo. Este ha sido más o menos el origen de los derechos humanos: después de transgredirlos, llega la conciencia en la importancia humana. Una prueba de ello fue la Primera Guerra Mundial, que tras la destrucción y mortandad causada, se establecen reglas para tratar de convivir mejor. El Tratado de Versalles, pronto a cumplir un centenario, dio origen a la Sociedad de las Naciones, como una organización internacional con sede en Ginebra (Suiza), cuyo objetivo era asegurar el cumplimiento de los tratados de paz y el mantenimiento de la paz, sobre todo los refugiados, en la resolución de conflictos entre Estados y en la reconstrucción de Estados por los desastres bélicos. La Segunda Guerra Mundial dio como origen en 1945 la Conferencia de San Francisco, que reunió a 50 países que acordaron la adopción del Artículo 1 de la Carta Magna de las Naciones Unidas, aquí se agregó algo: la seguridad internacional, la tutela de los derechos y libertades fundamentales de los hombres en el ámbito universal y el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de libre determinación de los pueblos. Es aquí, donde encontramos la real acta de nacimiento de los derechos humanos. Entre las libertades que se defienden bajo este organismo, están las conocidas libertades públicas que se refieren a los derechos a la seguridad y a la integridad física y moral de la persona humana, los derechos políticos como el derecho a la ciudadanía y a la participación democrática en la vida política del Estado.

La paradoja resulta ser que sean los mismos hombres los que tengan que ponerse de acuerdo para reconocer la “humanidad” de los demás. No sabemos si los delfines piensan bajo un concepto de “delfinidad”, pero sí que se organizan de tal manera que se saben reconocer entre ellos mismos. Algo así como una identidad biológica que los mantiene integrados y que les permite interactuar como especie. En el caso del hombre, los derechos humanos tienen lugar en un nivel conceptual que aparentemente supera las fronteras biológicas, físicas y mentales para ubicarse en el nivel de la moral y la comprensión ética. Es de aquí de dónde surgen las interrogantes que han llevado al planteamiento filosófico de los derechos humanos: qué es el hombre, qué le da esa cualidad, porqué es un hombre y por tanto, qué es la humanidad y cómo se entiende su desarrollo.

DERECHOS-HUMANOS

Dicen que ver al otro significa verse a sí mismo. Probablemente no sea así, sino más bien otorgar un respeto a la evolución humana. Se existe y eso es lo que importa, sólo hay que garantizar ese derecho a la existencia. El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, manifestó en ocasión del 10 Día Internacional de los Derechos Humanos, que se conmemora este 10 de diciembre, que «defender los derechos humanos va en interés de todos. El respeto de los derechos humanos promueve el bienestar de las personas, la estabilidad de las sociedades y la armonía de este mundo tan interconectado. Si lo vemos bien, el Día Internacional de los Derechos Humanos podría traducirse mejor como el Día Internacional de la Existencia Humana.