Guillermo Samperio
Jaime Luis Albores Téllez
Guillermo Samperio (1948-2016), un escritor que no creía en la inspiración, en los momentos especiales para escribir, ni se fijaba horarios establecidos, por la mañana o por la noche, simplemente escribía cuando había la necesidad de reflexionar. Casi siempre sucedía esto cuando escuchaba algo de un tema social, o veía algo que lo sobresaltaba en la cotidianidad que lo rodeaba, y sus reflexiones las transformaba en un cuento, en un ensayo, novela, poesía, crónica, etcétera. Así nacieron todas sus obras. Quiero mencionar algunas de ellas que escribió últimamente y que por sus temas tuvieron cierta repercusión en los lectores: La guerra oculta (Lectorum, 2008), Marcos, el enmascarado de estambre (biografía no autorizada y no-velada, México: Lectorum, 2011), y en 2010 publicó las biografías noveladas de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Benito Juárez en Ediciones B. Su libro para niños Emiliano Zapata, un soñador con bigotes forma parte de la biblioteca de educación básica. La obra Gente de la ciudad que fue traducida al francés por la editorial Atelier du Gue (2010); y en Italia se tradujo su libro de cuentos La Gioconda en bicicleta, por Aljon Editrice, con la cual ganó el Premio Letterario Nazionale di Calabria e Basilicata 2010, al mejor libro extranjero, y en el 2012 publicó un libro de ensayos intitulado El príncipe Medusa (Universidad Autónoma de la Ciudad de México).
Guillermo Samperio demostró a través de cada uno de sus libros lo que siempre decía: “no hay como el esfuerzo y es suficiente para llegar a la luminiscencia artística…”, alentaba a cada uno de sus alumnos a escribir a través de la observación ya sea de un cuadro, o una escena cotidiana, por cierto recuerdo lo que un día me dijo, cuando íbamos en el Metro de regreso de una presentación de uno de sus libros: “fíjate que en diciembre aparecen más los hombres rumiantes, y se empezó a reír, mira allí hay uno…”. Era un borracho que se tragaba su vómito para no manchar su ropa y tal vez a los demás. Me miraba a través de sus lentes como para saber cuál había sido mi reacción, por lógica de asco. Cuando lo miré, él dijo: “puede que ya tengas algo para escribir…”. Al bajarnos del vagón, Samperio me dijo que necesitaba fumar, caminamos por las calles cercanas al Metro Chilpancingo, fumábamos lentamente y en silencio. De repente se detuvo y me dijo: “odio a los hombres rumiantes, me recuerdan lo animales que somos, lo asquerosos que podemos ser…”, nos despedimos con un hasta pronto. Dos días después le hablé a su casa para saludarlo y lo primero que me preguntó si ya había escrito algo sobre los hombres rumiantes, le dije que no, él me dijo que ya aparecería la oportunidad de escribir sobre estos seres. Y así como me invitaba a escribir lo hacía con todos los demás, con todos sus alumnos y amigos.
En fin, para quienes tuvimos el gusto de conocerlo, como escritor y como ser humano, sabemos que su invitación a la reflexión sobre cualquier tema es lo que forja el conocimiento y la formación como ser humano social.
Que descanse en paz Guillermo Samperio.