Nora Rodríguez  Aceves

Ha muerto Fidel Castro, el último gran mito político del siglo XX. Su influencia marcó el destino de algunos países de América Latina con las promesas de solución a los lacerantes problemas sociales de la región y la eterna lucha contra el imperialismo yanqui. Una trascendencia que se fue diluyendo, donde se dejó atrás las opciones de una lucha armada frente a procesos “democráticos”.

El líder cubano hace muchos años dejó de ser ese icono revolucionario, no el imperialista, pero sí revolucionario, de dejar atrás el  modelo de derrocar a gobernantes en crisis mediante la lucha armada.  La llegada al poder de partidos de izquierda en países como Venezuela,  Ecuador,  Bolivia,  Nicaragua, Uruguay, Chile en los últimos 20 años, dejaron atrás las prácticas socialistas de antaño, que dieron fuerza ideológica y económica al líder cubano, explica a Siempre! Nicolás Loza Otero, profesor investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Sede México  (Flacso-México).

Nicolás Loza Otero

Nicolás Loza Otero

Icono antiimperialista

“Fidel era solo una referencia arqueológica, pero la confrontación con Estados Unidos seguía siendo un tema vigente, aunque había declinado un poco en los últimos ocho años, y ahora con la victoria electoral de Donald Trump, es probable que esta parte del ícono antiimperialista se reanime y siga siendo un recurso simbólico útil para la izquierda en América Latina. No así el icono revolucionario o este liderazgo que representa una suerte de promesa, de llegar al gobierno a  través  de un alzamiento armado, eso ya no sucederá. Las elecciones seguirán siendo los procedimientos para llegar y salir de los gobiernos en América Latina .

¿El regreso de la derecha?

Lo que pasa en Argentina, en Brasil y en aquellos países en donde han perdido elecciones los partidos de izquierda que estaban en el gobierno, no es un giro a la derecha en términos de la naturaleza ideológica del electorado, no es que se haya vuelto derechista, y que hace 20 o 25 años era izquierdista cuando se votó por esos partidos.

Lo que se tiene son ciclos: crecimiento y prosperidad económica, que permiten que los partidos en el gobierno se mantengan en él, seguidos de ciclos de crisis que hace que los partidos en el gobierno pierdan. Cuando pierden los partidos de derecha o de centro o de centro derecha en Argentina o en Brasil, es porque sus economías están en problemas, entonces ganan partidos que compiten, que en este caso son de izquierda, podrían haber ganado partidos de extrema derecha, pero no los había y lo mismo pasó ahora, pero al revés.

Después de un ciclo de relativa prosperidad económica fincada en los precios de las materias primas en el mercado internacional, cuando la bonanza de esos precios acaba, viene el declive de las economías nacionales y de los partidos gobernantes que en este caso eran el Partido del Trabajo en Brasil y el Partido Justicialista en Argentina. En el caso particular de Brasil, a los problemas de la economía local hay que agregar escándalos de corrupción —como los ocurridos recientemente con Lula da Silva y Dilma Rouseff—; todo eso permitió que los partidos opositores, de derecha, rearticularán una oferta, tuvieran el voto del electorado. Son más razones pragmáticas que programáticas, que ideológicas.

La izquierda tendrá que articular una oferta en función de la nueva realidad en donde el mal menor es la ausencia simbólica de Fidel Castro, y el mal mayor, el cambio en los precios de las materias primas a escala mundial y el ascenso de una fuerza nacionalista, proteccionista y hostil en Estados Unidos.

Una tentación sería volver a un discurso nacionalista, antimperialista, proteccionista, del mismo tenor que el de Trump, pero del lado opuesto de la moneda, ante esa opción los resultados serían muy malos. Es curioso, parte de los problemas de la Cuba de Fidel tienen que ver con el embargo comercial, con el cerco de Estados Unidos, una prueba de cómo los países necesitan libre comercio para prosperar,  Cuba no practicó esa opción.

Fotografía cedida por el Comando Hugo Chávez que muestra al presidente encargado de Venezuela y candidato presidencial, Nicolás Maduro (d), durante un acto político en la ciudad de Mérida (Venezuela). EFE

El dinero venezolano

La izquierda latinoamericana de ninguna manera queda huérfana por la ausencia del líder cubano. En términos económicos y funcionales, en los últimos 15 años para América Latina fue más importante el financiamiento venezolano a la Isla, a Nicaragua, que la presencia de Cuba en el escenario internacional. El subsidio que Venezuela les dio ha sido decisivo, no solo para las victorias electorales, en el caso de Nicaragua y el Frente Sandinista de Liberación Nacional, sino sobre todo para la sustentabilidad económica de estos países.

La orfandad que puede representar la pérdida de Castro para la izquierda, su ausencia, es  solo simbólica, en términos funcionales o prácticos era más importante el dinero venezolano que ha dejado de fluir desde hace un par de años a estos países, que la figura de Fidel Castro.

El último suspiro

La izquierda ha tenido sus errores, sus problemas, hay muchas izquierdas, Cuba es la prueba del fracaso absoluto de un tipo de izquierda, pero más que eso, fue el último suspiro de un régimen que había fracasado definitivamente después de la caída del Muro de Berlín. Cuba sobrevivió a esa caída, fue la última ficha de ese dominó que no cayó, podríamos usar una imagen geográfica, todas la fichas de dominó de Europa del Este estaban cerca, y al caer una, cayeron las demás, y la de Cuba estaba lejos y tenía algunos componentes particulares que le permitieron sobrevivir.

Cuando cae el sistema soviético, Cuba entra en lo que se conoció como el periodo especial y parecía ser el fin del régimen socialista en la Isla, pero fue la victoria de Chávez en Venezuela y el financiamiento que este le ofreció a la Isla que la salvó, le dio vida; ahora que ese dinero ya no está allí, lo que se verá es una reorganización de la economía y la política cubana en una de dos opciones: con una salida del tipo chino-vietnamita —economías de capitalismo de Estado donde hay una apertura económica—, pero se mantiene el control político. Es lo más probable que suceda en el corto plazo, que Cuba se parezca cada vez más a la economía y a la política china.

La otra opción, una liberalización absoluta tanto de la política como de la economía de la manera en que ocurrió en los países del bloque soviético, que tuvo ya destinos diferentes, desde generar estos regímenes semiautoritarios de nuevo tipo como un ruso, hasta generar sociedades libres y prósperas como la que se está produciendo en la República Checa, eso está por verse.

También puedes consultar:

http://www.alterinfos.org/spip.php?article7277

https://www.tni.org/files/download/left-s.pdf

http://www.nytimes.com/es/2016/09/16/fracaso-la-izquierda-latinoamericana/

http://blogs.publico.es/emir-sader/