Sin base en métodos científicos modernos

René Anaya

A más de dos siglos de haber sido inventada por el químico y médico alemán Samuel Hahneman, la homeopatía sigue presente, con ciertos adeptos en todas las clases sociales y niveles culturales, en especial de quienes desconfían de la tecnología y la ciencia y algunos de los seguidores del New Age.

Aunque nunca se ha demostrado a ciencia cierta su efectividad e inocuidad, algunas organizaciones de gobierno y privadas se empeñan en apoyarla e incluso tratar de legitimarla. Esta situación poco a poco se ha ido modificando, gracias a la actividad de organismos internacionales y asociaciones de profesionales de la medicina que no han encontrado fundamentos científicos que la avalen.

Una historia de falencias

En 1796, Hahneman comenzó a aplicar el principio de lo similar cura lo similar (Similia similibus curantur) con la finalidad de experimentar un tratamiento diferente al de la medicina científica, que comenzaba a sentar sus bases modernas. El nombre de esta práctica se lo dio el propio Samuel Hahneman en 1807, pues la llamó homeopatía (del griego homoio: semejante y pátheia: dolencia), es decir que lo similar curaba las dolencias. Al propio tiempo, para diferenciar su método del de la medicina científica, a esta la nombró alópata (del griego alos: distinto y pátheia: dolencia).

La homeopatía alcanzó su mayor popularidad en el siglo XIX, periodo en el que coincidió con la consolidación de la medicina científica moderna, de la que sentaron sus bases Claude Bernard, Robert Koch y Louis Pasteur, entre otros. El desarrollo de las teorías científicas de la enfermedad comenzó a eclipsar a la homeopatía.

Posteriormente, hacia la mitad del siglo pasado, las nuevas corrientes posmodernistas, New Age y otras que impugnan el progreso científico y tecnológico dieron un nuevo impulso a la homeopatía y a otras medicinas alternativas o seudocientíficas, que en el mejor de los casos no causan daños a la salud, pero en el peor pueden producir daños al organismo, como la nuez vómica y la hidra venenosa que utiliza la homeopatía, o retrasar el inicio de un tratamiento efectivo de la medicina científica, por ejemplo las terapias contra el cáncer.

Medicina

Los defensores de esta seudoterapia “se basan en la idea de que los síntomas de la enfermedad pueden ser tratados por dosis mínimas de sustancias que producen síntomas similares en grandes dosis a personas sanas. Muchos productos se diluyen a tal grado que ya no contienen niveles detectables de la sustancia inicial”, se lee en la norma Enforcement Policy Statement on Marketing Claim for Over-The-Counter (Declaración de Políticas de Observancia sobre Comercialización y Aseveraciones de Medicamentos Homeopáticos de Venta Libre), de la Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos.

Igual trato a la homeopatía

Los propios médicos homeópatas han reconocido que sus terapias no son eficaces para enfermedades graves, pero sí defienden entusiastamente su supuesta efectividad en infecciones leves u otras dolencias pasajeras, aunque sus remedios no pasan por los procedimientos y normas rigurosas que las legislaciones gubernamentales exigen a los medicamentos de la medicina científica.

Esa falla legislativa y de control de calidad ha empezado a ser corregida en Estados Unidos, donde el mes pasado se publicó la norma ya mencionada, en la que se afirma que “En general, los productos homeopáticos no se basan en métodos científicos modernos y no son aceptados por los expertos médicos modernos”.

En esas condiciones, la Declaración referida establece: “la promoción de un producto homeopático de venta libre con una indicación que no es verificada por la evidencia científica competente y confiable no puede ser engañosa, si la promoción se comunica con eficacia a los consumidores indicando que: 1) no hay ninguna evidencia científica de que el producto funciona y 2) que las afirmaciones del producto se basan solamente en las teorías de la homeopatía de 1700, que no son aceptados por los expertos médicos modernos”.

De esta forma, se respeta el derecho de las personas a creer en la homeopatía, pero se advierte del real alcance de los productos homeopáticos, de tal forma que no se vulneran los derechos de los estadounidenses de creer en lo que deseen, garantizados en la primera enmienda de su Constitución.

Por su parte, expertos de la Organización Mundial de la Salud han advertido de los riesgos de tratar la diarrea con remedios homeopáticos; Joe Martines, director del Departamento de Salud Infantil, en 2009, señaló: “ninguna prueba de que la homeopatía pueda tener algún beneficio para tratar la diarrea en niños. La homeopatía no se centra en combatir la deshidratación, y esto entra en total contradicción con las bases científicas y con nuestras recomendaciones para tratar la enfermedad”.

En nuestro país, en cambio, los homeópatas tienen reconocimiento oficial y los remedios homeopáticos no tienen un control de calidad como sí lo tienen los medicamentos de laboratorios químico farmacéuticos.

reneanaya2000@gmail.com

f/René Anaya Periodista Científico