Fuerte crítica al periodismo
Por Humberto Musacchio
Fuerte se lanzó el papa Francisco contra los medios de comunicación. El pontífice de la Iglesia católica apostólica romana arremetió contra la labor informativa movida por la coprofilia (el gusto por la mierda) de los periodistas y empresas informativas que buscan “siempre comunicar el escándalo, comunicar las cosas feas, aunque sean verdad”.
El dignatario eclesiástico reprobó ese tipo de información incluso “si la información es verdadera”, porque “como la gente tiene la tendencia a la coprofagia (comer mierda), se puede hacer mucho daño con ese tipo de noticias”, lo que obliga a los medios “a ser muy limpios y muy transparentes”.
Por supuesto, quienes practican el periodismo amarillista, coprofílico diría el argentino más famoso después de Maradona, “pueden ser tentados de calumnia y entonces usados para calumniar y ensuciar a la gente, sobre todo en el mundo de la política”. Lo que se publica “incluso puede ser verdad, pero ya pasó y quizá ya se pagó ese delito con la cárcel o con la multa o con lo que sea. No hay derecho a eso”. Hasta ahí la lección papal de periodismo.
Por supuesto, en el propio gremio periodístico el amarillismo no goza de buena reputación, pero es muy tenue la línea que separa ese tipo de información del periodismo que legítimamente busca ganar la atención del lector. El ejercicio de la oración, personal o de grupo, es un acto privado; el periodismo es necesaria, ineludiblemente de proyección pública o no es periodismo.
Las buenas noticias no son noticias, dice el vejo adagio del oficio periodístico. Nada contribuye tanto al desprestigio de un medio que ofrecer al público una visión idílica del poder, de sus representantes y de sus actos. El periodismo no es la política, pero es una labor eminentemente política, pues su principal materia prima es la vida pública y sus actores están —deben estar— sometidos a la crítica ciudadana que se expresa en los medios, independientemente de si antes eran delincuentes y ahora se portan bien.
Por otra parte, considerar que “la gente tiene la tendencia a la coprofagia” expresa una idea muy pobre de los seres humanos y de la complejidad de las sociedades modernas, tendencia propia de quien pretende imponer normas de conducta a su grey. La relación entre prensa y poder es una relación siempre tensa e intensa, como lo es también la relación entre medios y público. Las Iglesias pueden imponer prohibiciones a sus adeptos, pero los medios de comunicación tienen reglas que son de otro orden, incluso para los periodistas católicos. ¿O no?
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