En estos tiempos tormentosos

Carlos Madrazo Silva

Estas fiestas decembrinas, que incluyen Navidad y Año Nuevo, son propicias para llenarnos, o tratar de hacerlo, de los sentimientos más nobles, de solidaridad con los demás, de amor para nuestros familiares y cercanos, de comprensión para quienes pasan por momentos dolorosos, de gratitud para quienes nos ayudaron, de recuerdo para los que se fueron, de optimismo para el año que viene. Qué bueno que así sea, pero que malo que esos sentimientos perduren sólo unos días y después los encerremos en una caja que se vuelve a abrir hasta las próximas fiestas y así sucesivamente en una rutina sin fin.

Sin embargo, este año parece distinto, por lo que se refiere a la presión tan especial que han ejercido en nosotros los acontecimientos políticos, económicos y sociales recientes que han llegado a nuestro entorno como invitados no deseados.

La percepción pública de que vivimos tiempos tormentosos se profundiza. Nosotros y quienes nos rodean parecemos atrapados en un círculo vicioso robustecido por las noticias que alimentan las opiniones de que algo anda mal y estas noticias se vuelven el marco ideal para interpretar con pesimismo y amargura la realidad de nuestro entorno. Estadísticamente esta percepción está registrada. El Informe País sobre la realidad de la ciudadanía en México, 2014, señala que casi tres cuartas partes de la población piensa que el país va por mal camino y mira el futuro con incertidumbre.

Ante ello necesitamos abrir más nuestra percepción del entorno inmediato. Pensar que nuestra vida, aunque está llena de ciclos irremediables, no todo es para siempre. Y surgirán nuevos escenarios, distintos, pero  no necesariamente mejores. Un elemento esencial para derribar temores e incertidumbres es la confianza. Dicen por ahí que la confianza es el cemento de las sociedades. Confianza, primero, en nosotros mismos, en lo que sabemos, en lo que hacemos, en lo que practicamos día a día, en lo que aprendemos en las escuelas, en los valores que recibimos de nuestros padres, en la educación que damos a nuestros hijos, en nuestras capacidades y en nuestros proyectos.

En la medida en la que tengamos suficiente confianza en nosotros mismos, como individuos, en esa misma medida incentivaremos la confianza en nuestras familias, y de ahí, como un efecto de dominó social, impregnaremos confianza en la sociedad en general como país. Aunque de nosotros no depende recomponer las cosas externas en lo económico, político o en lo social, sí podemos erigir barreras para impedir que minen nuestras expectativas, y la confianza es una de esas vallas poderosas para menguar los estragos que pudieran debilitar nuestra fuerza individual para llegar a la conquista de nuestras metas y de nuestro proyecto de vida familiar.

Este día de Navidad es propicio para reflexionar en esta propuesta, que no tiene otro objetivo que cooperar para que no nos abandone la confianza como sociedad y como país, y darle certidumbre a nuestro horizonte de vida familiar e individual. Pero también es propicio para desearles a todos y cada uno de ustedes que nos distinguen con su lectura una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo que colme de salud sus hogares. Lo mismo para nuestra directora general Beatriz Pagés y su familia.

Secretario General del Partido Verde Ecologista en la Ciudad de México.