Como si no le bastara ser señalado por su admiración a Rusia, Donald Trump ahora muestra una nueva carta en su gabinete: se trata de Rex Tillerson, director del gigante petrolero Exxon Mobil y además amigo del presidente Vladimir Putin. Los medios de comunicación estadounidenses lo señalan como una persona inexperta en la política, pero muchos otros se preguntan si alguien que ha podido dirigir a una firma trasnacional como si fuera un estado dentro de un estado, necesitaría realmente ser un político.

Trump le apostó más a un empresario que ha logrado empoderar a una de las petroleras más importantes del planeta. Las relaciones de Tillerson, de 64 años de edad, se extienden como un entramado que busca el crudo donde lo haya. En 2013, fue condecorado por el mismo Putin con la Orden de la Amistad. Su principal talento es atraer a sus homólogos energéticos en lugar de combatirlos. De hecho, a él se debe que Estados Unidos ya esté ligado a Rusia en materia energética. El fue el responsable de lograr una alianza con la petrolera estatal rusa Rosneft, algo que sólo se puede explicar por la cercanía que guarda con el líder del Kremlin.

Se dice que alguien así debe tener una profunda convicción por Rusia y créanlo: Tillerson lo tiene. Él se ha opuesto a las sanciones que Washington y sus aliados europeos impusieron a Moscú tras la anexión de Crimea. También apoya que en caso de una posible intervención rusa contra los estados bálticos, que forman parte de la OTAN, la Unión Americana debería abstenerse de defenderlos. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas para Rex, pues se enfrenta a una fuerte oposición en el Senado, entre estos a John McCain y Marco Rubio y, por supuesto, al bloque demócrata que hoy es más rusófobo que nunca.

[gdlr_video url=”https://youtu.be/UE1XeT4_u1E”]