Compromiso internacional

Carlos Madrazo Silva

Antes de terminar el año anterior, los gobiernos de la Ciudad de México, París y Madrid, durante la Cumbre Bienal de alcaldes integrantes del C-40 firmaron una declaratoria para mejorar la calidad del aire, que incluyó prohibir en el año 2025 el uso de diésel en las tres capitales. Acordaron también incentivar el uso de vehículos con tecnologías limpias, así como promover la bicicleta y los desplazamientos a pie de los ciudadanos. La estrategia ayudará a los gobiernos locales a cumplir con las propuestas del acuerdo de París, que busca evitar el incremento de la temperatura en el planeta.

Para cumplir con este acuerdo internacional, en el caso de la Ciudad de México, debemos tener en cuenta que de las fuentes altamente contaminantes, el auto tiene un papel preponderante. Aun con medidas extremas aplicadas por el gobierno local, no bajan las emisiones y, por el contrario, van en aumento los índices de enrarecimiento del aire que respiramos millones de capitalinos. Está comprobado que el uso de combustibles fósiles, como la gasolina, aumenta en forma alarmante el ritmo ascendente de la contaminación atmosférica.

Debemos señalar también que el crecimiento del parque vehicular disminuye en la misma proporción las posibilidades de bajar los índices contaminantes en el medio ambiente capitalino. Y, en este sentido, son  preocupantes las estadísticas siguientes sobre adquisición de autos el año pasado. Veamos.

Durante el año que acaba de terminar, la industria automotriz vendió en el país un millón 603 mil 672 vehículos, lo que representa un alza de 18.6 por ciento respecto a los vendidos en 2015. Tan sólo en el mes de diciembre de 2016, las asociaciones Mexicana de la Industria Automotriz y Mexicana de Distribuidores de Automotores informaron que durante el mencionado mes se comercializaron 192 mil 567 vehículos. Esta cantidad implica un incremento del 19.9 por ciento en relación con las ventas de diciembre de 2015.

Con esta adquisición a gran escala de autos, también aumentó el número de motores de gasolina de los vehículos que diariamente se desplazan por calles y avenidas primarias de la Ciudad de México, con todo lo que esto implica en términos de contaminación del aire, batalla en la que no estamos resultando ganadores.

En los primeros días de este mes de enero, la capital mexicana registró mala calidad del aire. El primer viernes del mes se activó la primera Contingencia Ambiental Regional en el municipio de Ecatepec, en el Estado de México, al registrarse 153 puntos Imeca por PM10.

Y hay que recordar, como lo indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), que las partículas en suspensión PM2.5 y PM10, así como el ozono troposférico (O3) y el dióxido de nitrógeno (NO2) son los principales contaminantes que, incluso, han causado muertes de seres humanos.

Asimismo, la OMS ha advertido que la contaminación atmosférica en las grandes ciudades del mundo está aumentando de manera preocupante, y que esa polución agrava enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer. La propia organización internacional da a conocer que el aire contaminado mata a 6.5 millones de personas al año, y la cifra crece a 12.6 millones al sumar a las víctimas de enfermedades relacionadas con la contaminación del agua, del suelo y los efectos del cambio climático.

Entonces, ante este desolador panorama, ojalá que la eliminación al subsidio de la gasolina provoque, como una reacción colateral, la reducción del uso del auto, y por consecuencia la disminución en la generación de contaminantes y gases de efecto invernadero, permitiendo una mejor calidad de vida a la población. Todo ello, sin olvidar que parte del dinero generado del impuesto a la gasolina bien podría invertirse en transporte público masivo eléctrico.

Secretario general del Partido Verde Ecologista en la Ciudad de México.