El Foro de Davos es un termómetro que nos permite determinar el rumbo político, social y, sobre todo, económico del mundo. Se realiza en la ciudad suiza que lleva ese mismo nombre a mediados de enero. En esta ocasión, llamó la atención por la fuerza de reacción que tuvo contra el gobierno de Donald Trump, al que criticó ampliamente por sus parámetros proteccionistas.

Este foro concluyó el fin de semana pasado con una llamada de atención a los procesos políticos, que al parecer se levantan más como un problema que la misma turbulencia causada por factores económicos como la inestabilidad de los mercados y la caída del precio de petróleo.

Estados Unidos había sido hasta ahora un sensor del panorama económico, hoy lo sigue siendo pero más como una amenaza al crecimiento económico por el marcado populismo del gobierno de Donald Trump, así como de su tendencia a combatir el libre comercio y el modelo de globalización.

Por curioso que parezca, la emisión de este 2017 apoyó más la moción de China, considerada por Trump como su principal enemigo global, que de Estados Unidos que tradicionalmente había dictado los lineamientos internacionales del comercio y la inversión. China defendió a capa y espada la apertura global, esta es la voz que se levantó también como el coro que gritaba en favor de un “liderazgo responsable y receptivo”, como piedra angular del libre comercio y la globalización.

Davos quedó marcado así por la paradoja que apenas en 2015 era vista como la principal preocupación para la economía mundial: China y su avance acelerado con un mercado de consumo sumamente activo. Dos años después, el máximo foro económico internacional prefirió cerrar filas con el gigante asiático que con una Unión Americana que ha dado muestras de implantar un sistema que significa más un retraso que un liderazgo pleno en el planeta.

El Foro Económico Mundial en frases: