Brexit significa salida en todos los aspectos que se le comprenda. Tanto del mercado común europeo como de la Unión Europea. Así lo estableció la primera ministra británica, Theresa May, al dejar en claro que Reino Unido hará sus propios tratados comerciales y advirtió contra cualquier actitud de represalia hacia su país ya que, según ella, eso sólo supondría un “acto calamitoso que dañaría a la propia” Unión Europea.

Tras afirmar que someterá a votación en el Parlamento de Westminster la tajante salida de su país de la Unión Europea (UE), May propuso que el cambio se realice “por etapas”. En un lenguaje que recuerda al del magnate estadounidense, agregó que Reino Unido intentará evitar un cambio “desestabilizante demasiado brutal para la Unión Europea”. “No queremos ser un miembro parcial o que goce de un acuerdo de asociación o algo que nos mantenga con un pie dentro y otro fuera. No queremos una fragilización de la UE. La decisión por referéndum de los británicos de abandonar la UE no es un rechazo a los valores que compartimos (…), no era un intento de dañar a la UE”, subrayó May.

La decisión llega apenas un día después de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, elogiara el Brexit como algo muy positivo para el Reino Unido y anticipara que buscará un acuerdo comercial bilateral “lo más rápido posible y en los mejores términos” para ambas partes.

Con esta situación sale a relucir una posible conformación de un bloque comercial angloestadounidense que sería como la opción a la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión, que no convencía del todo a la Unión Europea.

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