Sara Rosalía

Con apresuramiento, pero con mucho público, se organizó en la Facultad de Economía una mesa redonda en torno a la muerte del líder cubano. Imposible, por lo mucho que se dijo, resumir las ponencias presentadas, todas excelentes. Jorge Mansilla, ex embajador de Bolivia en México, contó que un grupo de oftalmólogos cubanos fue a Bolivia a realizar operaciones contra las cataratas. La doctora Fuentes operó a un paciente, ya muy mayor; una vez terminada la operación se le informó que había regresado la salud visual a Mario Terán, el ex sargento que, por órdenes de la CIA, había ametrallado al Che Guevara. La doctora cubana dijo que le habría gustado saberlo para intentar quitarle también las cataratas de odio. Enseguida, el ex embajador Mansilla comentó que gracias al programa cubano de alfabetización, la Unesco había declarado al Estado Plurinacional de Bolivia territorio libre de analfabetismo en el año 2000. Los cubanos capacitaron a 10 mil estudiantes bolivianos para realizar la titánica tarea. Luego, dijo una frase en aymara, palabras de un anciano que aprendió a leer y escribir con el método cubano, y que el embajador tradujo para los que escuchábamos: “Las hojas de los árboles dan sombra, pero las hojas de los libros dan luz”. Todo lo anterior, como muestra del internacionalismo proletario de Cuba con Fidel a la cabeza.

Mansilla recordó una respuesta de Fidel cuando un periodista lo cuestionó por sus tantos años en el poder, a lo que el líder cubano respondió sarcásticamente: “porque la CIA sigue fallando”. Se calcula que Estados Unidos lo intentó asesinar más de 400 veces. Mansilla concluyó diciendo que ni Juárez ni Hidalgo ni Martí ni Bolívar ni Fidel ni ningún revolucionario puede abandonar a su patria mientras ésta lo necesite. Los políticos otros, aseguró, son episódicos, prescindibles, los políticos revolucionarios no tienen fecha de caducidad. Reivindicó la fe en la utopía.

Tatiana Coll, profesora de la Universidad Pedagógica Nacional, insistió en la solidaridad del pueblo cubano al destacar que la OMS reconoció que Cuba, la pequeña isla, fue el país que más aportó, con sus médicos, en la lucha contra el virus del ébola en África. Cuba tiene, comentó, 40 mil científicos con una población que apenas rebasa los once millones de habitantes. Señaló que poco se habla de la lucha que la revolución cubana, y los años previos, dio contra el sectarismo, y que Fidel unificó con la consigna de la unidad en la acción: todos contra Batista, el dictador derrotado el primero de enero de 1959. En referencia al terrorismo, dijo la maestra Coll, “terrorismo el de ellos”, el de los Estados Unidos. Contó que cuando ella estudiaba allá, su pequeña hija cursaba, también en Cuba, la primaria. Un día se enteraron que la escuela tuvo que ser evacuada y los niños puestos a salvo, porque el cocinero había sido comprado por los gringos para que, por 10 mil dólares, la incendiara. Eso, concluyo la periodista, “es terrorismo”. Invitó a los estudiantes a leer los textos de Fidel, entre ellos, la Segunda declaración de la Habana.

Salvador Ferrer, profesor de la facultad de Ciencias de la UNAM, hizo, en breves líneas, un recuento de lo que era Cuba antes de la revolución y luego a grandes pinceladas esbozó la lucha encabezada por Fidel Castro. El primer y fracasado intento de llegar a Cuba, su prisión y su liberación (por la presión internacional) junto con la de los otros combatientes. La referencia obligada a su famoso alegato de defensa: “La historia me absolverá”. La invasión de los Estados Unidos que fue derrotada en unas cuantas horas en la Batalla de Playa Girón. El maestro Ferrer aportó cifras fundamentales para demostrar que el socialismo en Cuba, a pesar del bloqueo económico, es un éxito. El profesor Ferrer dijo, por ejemplo, que, reconocido por cifras internacionales, el 85 por ciento de los cubanos son dueños de su casa habitación.

Con las cifras aportadas por el profesor de Ciencias y su panorama a grandes rasgos de la Revolución Cubana, el moderador de la mesa redonda, Mario Benítez, corroboró lo dicho con estas palabras: De los 800 millones de hambrientos en el mundo, ninguno es cubano; de los 1000 millones de analfabetas, ninguno es cubano; de los millones (se me perdió la cifra) que no tienen acceso a la salud pública, ninguno es cubano. Recordó que una vez un trabajador del Sindicato Mexicano de Electricistas, cuando le platicó de las ventajas del socialismo, el trabajador le cortó la palabra diciendo: “pero no son libres, no los dejan salir de Cuba”. El profesor Benítez lo interrogó hábilmente, hasta que reveló que el compañero no conocía el mar. Mario añadió, ves cómo no eres libre, nadie es libre si no tiene qué comer, si está enfermo, si no sabe leer, si sólo va y viene a su trabajo.

En su turno, Magdalena Galindo, profesora de la Facultad de Economía, dio lectura a su artículo publicado hace unos días aquí en la revista Siempre!, que añadió que la tasa de crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto) de Cuba, supera en este año el de México y los Estados Unidos. Igualmente leyó un fragmento de carta de la FAO dirigida a Fidel Castro, porque Cuba forma parte de los 16 países del mundo en que sus habitantes tienen una alimentación suficiente y nutritiva.

La maestra Galindo dio lectura a dos artículos suyos de 1988, cuando Fidel vino a la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari. Cuentan esos dos textos, las dos veces que vio a Fidel. La segunda, que es la que voy a recuperar, ocurrió en la Embajada de Cuba, cuando se atrevió a preguntarle a Fidel, luego de que muchos otros lo interrogaron, sobre “la supuesta crisis del marxismo”. Fidel aclaró “ni tan supuesta” y luego, dijo que se trataba más bien de las interpretaciones del marxismo y aseguró que “sin el marxismo-leninismo, que nos permitió analizar la situación histórica, no habría triunfado la revolución cubana”. Y luego precisó, “aunque te voy a decir. Que tampoco podemos calificar a una revolución por su éxito o fracaso, yo sigo creyendo que el Che, aunque haya fracasado en Bolivia, tenía razón, que sus causas eran justas”. Y concluyó, “te voy a decir que yo daría la vida otra vez por las banderas del marxismo-leninismo”. Los ahí reunidos, todos militantes políticos, rubricaron sus palabras con un aplauso cerrado y Fidel consideró terminado el encuentro con la izquierda mexicana.

Al final, los ponentes señalaron lo que les parecía más destacado de Fidel Castro: su fe en la utopía, sus principios morales y éticos, su internacionalismo proletario, el jamás mentirle al pueblo, su capacidad para analizar el momento histórico.