Por Ricardo Muñoz Munguía

Huberto Batis (Guadalajara, 1934) ha encontrado en él una marca natural que va del espíritu a la piel: el erotismo, la seducción que provoca el sexo. Por eso su acercamiento a autores que han abordado el tema sexual de diversos modos; de ahí su admiración por Henry Miller, el novelista estadounidense que supo retratar en su obra la moral oculta, por no decir la actitud “mala”, de la sociedad norteamericana, con una narrativa directa, abierta, sexual-sensual, alejada de todo puritanismo, lo que le valió la censura a su trabajo. Anaïs Nin, la escritora, también estadounidense, quien fuera amiga de Miller, por igual entintó sus páginas con el tema del sexo, y lo hizo por un dólar cada página, contratada por un coleccionista de literatura erótica —quien precisamente también contratara a Miller por cien dólares al mes para lo mismo, pero el autor de Trópico de Cáncer no pudo continuar con esa tarea porque le negaba la espontaneidad, como lo dice Batis en el volumen que hoy nos ocupa—, y su llegada a esta temática lo enmarca en su tercer Diario, “Yo no deseaba vender nada genuino —dice la autora—, y decidí crear una mezcla de relatos que había oído y de invenciones, haciéndola pasar por el diario de una mujer… Empecé a escribir, cayendo en demasías y excesos de inventiva; exageré de tal manera que pensé iba a darse cuenta de que estaba caricaturizando la sexualidad. Pero no hubo protesta”.

El libro de Huberto Batis, Henry Miller / Anaïs Nin (Editorial Ariadna, México), el que tiene entre sus páginas imágenes sensuales de varias mujeres, inserta una breve biografía de los autores que lo ocupan; de Miller, sobre su infancia, que tuvo que pedir limosna, por ejemplo, aunque poco éxito tuviera en ello pues su vestimenta no coincidía con su petición y de Nin, quien inicia a escribir sus Diarios a los once años, con los que pretendía “recuperar a su padre, un músico catalán que dejó a su madre, una cantante nórdica”, en los que intentaba describir el país vecino del norte y enviarle las notas al padre para “tentarlo a venir”, pero la madre le impidió el envío.

Para poder ubicar a Miller, Batis recurre, entre otras investigaciones, a la entrevista de George Wickers, que le hiciera a Henry Miller, en la que se destacan instantes que describen a Miller por él mismo, aquí unos ejemplos: “la cosa definitiva en la escritura eres tú mismo” o “Yo, que soy cien por ciento norteamericano, me siento más cerca de los europeos, porque les puedo hablar más fácilmente, expresarles mis pensamientos de modo de ser entendido del todo”, o una opinión que ajusta perfectamente a Huberto Batis con Miller: “La gente lee para divertirse, para pasar el tiempo, para instruirse. Yo nunca leo para pasar el tiempo ni para ser instruido, yo leo para ser arrebatado fuera de mí mismo, para quedar en éxtasis. Siempre estoy buscando al autor capaz de hacer que me olvide de mí mismo”, y Batis puede ser uno de los que quedan fuera de él mismo.

Henry Miller / Anaïs Nin es un libro que llega hondo, en la expresión pura, natural, del sexo, uno de los puntos de encuentro que más describe el gozo que está en el autor norteamericano es: “Miller ha llegado a decir que su obscenidad es suave en comparación con la violencia tan común en la literatura de consumo en Estados Unidos. ‘Sí, todo ese sadismo perverso me horroriza. Siempre he dicho que mi literatura es saludable porque es gozosa y natural. Nunca digo nada que la gente no diga y haga todo el tiempo’”, y, así, Batis pone el acento en lo mismo.

Sobre el trabajo de ambos, y en gran medida su vida, de Miller y de Nin, es este libro una excelente oportunidad al acercamiento de ambos autores en las travesías de la vida y la literatura, una marca natural que va del espíritu a la piel de Batis.