Los que saben de negocios, dicen que no es conveniente hacerlos con amigos o familiares. Pero para el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, las mejores empresas se hacen en familia y sobre todo un negocio presidencial. Saltándose muchos cuestionamientos sobre conflicto de intereses que rigen la política gubernamental de ese país, ni siquiera titubeó al nombrar a su yerno Jared Kushner como su principal consejero en la Casa Blanca.

“Jared ha sido un activo tremendo y un asesor de confianza durante la campaña y la transición, y estoy orgulloso de tenerlo en un rol de liderazgo clave en mi gobierno”, declaró.

Kushner es un judío ortodoxo que cumplirá 36 años este martes y está casado con la hija mayor de Trump, Ivanka, con quien tiene tres hijos pequeños. A diferencia del resto de su gabinete que promedian entre sesenta y setenta años de edad, éste es el miembro y el alto consejero más joven del nuevo gobierno.

Abierto nepotismo

Expertos legistas como Jamie Gorelick aseguran que esta designación podría ser causante de infligir la ley federal de nepotismo, pues abre una polémica entre los intereses que pueda tener como empresario y los que deba cumplir como funcionario gubernamental. Pero eso a Trump, simplemente no le importa y ya tiene contratado a un equipo de abogados para que se encargue de eso; lo que muestra su tan afamada prepotencia.

Según Gorelick, lo primero que haría Kushner sería renunciar al cargo de presidente de su grupo Kushner Companies, con sede en Nueva York, y “desviaría activos sustanciales de acuerdo a las reglas federales”. “Kushner está determinado a respetar las leyes federales estadounidenses en materia de ética y estamos en contacto con la oficina federal de ética gubernamental sobre las medidas a adoptar”, comentó Gorelick.

Kushner dirige una firma inmobiliaria, heredada de su padre. Tiene una revista del mismo sector y un semanario de la alta sociedad. Se ganó la confianza de Trump tras su manejo de redes sociales con la que ayudó a repuntar su campaña electoral. Es un agudo empresario que ha realizado más de 14 mil transacciones y 7 millones de compras inmobiliarias desde 2007, al frente de Kushner Companies.

Sólo para que lo sepan: su esposa Ivanka, quien se convirtió al judaísmo cuando se casó con él, asegura que es una devota profunda de esta religión a tal grado que planea junto con su esposo construir un centro para la difusión del judaísmo a los niños, y además enseñarles a ser buenos republicanos.

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