El muro, abierta ofensa
Alfredo Ríos Camarena
A lo largo de la historia nacional se ha generado una conciencia patriótica que permite la unidad y la solidaridad de los mexicanos frente a amenazas externas; por eso no es sorprendente que, más allá de nuestras diferencias ideológicas, políticas, religiosas, clasistas, el presidente Enrique Peña Nieto será acompañado en su viaje del próximo 31 de enero a Estados Unidos por una nación unida en la defensa de sus intereses.
Sin embargo, se debe establecer con claridad cuáles son los intereses nacionales y, en la negociación con Estados Unidos, la definición de los irreductibles en esta complicada y difícil relación bilateral.
En primer término, habrá que establecer que esta relación no se limita al tratado trilateral de comercio, sino que tiene que ver con muchos aspectos que afectan a ambas naciones; por eso, es acertado el decálogo presidencial que planteó objetivos concretos, así como cinco principios para la negociación.
Si analizamos la posición en la precampaña, la campaña y en el discurso de Donald Trump al asumir la presidencia, sería absurdo e ingenuo pensar que va a cambiar sus líneas paradigmáticas que tienen que ver —más allá de la xenofobia y la discriminación— con una visión crítica de la globalización neoliberal, que abre una nueva perspectiva al mundo de nuestro tiempo.
Canadá da por muerto el Tratado de Libre Comercio https://t.co/cGlOIR52oQ
— EL PAÍS (@el_pais) January 25, 2017
Curiosamente, han sido los países más desarrollados —donde también se ha aumentado exponencialmente la pobreza— los que están rechazando el modelo neoliberal, no por su alta tecnología y capacidad productiva, sino por el efecto innegable de la concentración grosera y absurda de la riqueza.
El triunfo electoral de Trump y la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea son signos inequívocos de la crisis del modelo neoliberal y de la economía de mercado en el ámbito global.
No importa si nuestros representantes acaban siendo los sepultureros del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo trascendente es que se defienda —como posición inexpugnable— el derecho de los mexicanos que trabajan en Estados Unidos de remitir sus pequeños ahorros a sus familias, condenadas a la pobreza por falta de oportunidades en nuestro país. En esto no podemos transigir, tampoco en el pago de un absurdo muro de la ignominia, que en realidad ya está funcionando, pero como lo plantea Trump constituye una abierta ofensa a México.
Joven informado que culpaba al Tratado de Libre Comercio de todo, se siente confundido https://t.co/sbPmvhD2LH
— federico alvarez (@alva_fede) January 26, 2017
Tampoco podemos permitir el trato discriminatorio y ofensivo a nuestros connacionales y, por ello, como se ha dicho, debemos fortalecer nuestra red consular para formular una defensa jurídica con el apoyo de gran parte de los estadounidenses y de las principales ciudades de esa nación, que se han declarado santuarios de los migrantes.
Será un punto inaplazable de discusión el detener el tráfico de armas y el lavado de dinero, que se realiza cotidianamente, a ciencia y paciencia, de las autoridades norteamericanas como lo demostró el caso del operativo Rápido y Furioso.
Si denunciamos el TLCAN o lo hace Estados Unidos, siempre quedarán las reglas establecidas por la Organización Mundial de Comercio para nuestra apertura comercial hacia otros horizontes. Frente a estos hechos, tenemos que recordar nuestra filosofía constitucional en materia de derecho internacional público, plasmada en la fracción X del artículo 89 de nuestra Carta Magna.
México es mucho más que este tratado y nuestra posición en materia internacional ha demostrado que podemos, y sabemos, defender con valor y gallardía nuestra soberanía; debemos volver al modelo jurídico, político y económico que permitió, a mediados del siglo XX, alcanzar tasas de crecimiento superiores al 5 por ciento y una distribución más justa de la riqueza.
Hoy, el presidente Peña Nieto, su secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y el de Economía, Ildelfonso Guajardo, cuentan con el respaldo pleno de la sociedad mexicana, que sabe ponerse de pie frente a la adversidad.
No se equivoquen, México es primero.