Con el mismo sadismo con el que Donald Trump ha tratado a sus novias y exesposas es como aborda la relación con México.

Durante una conferencia de prensa el miércoles 11, Trump dejó ver nuevamente sus aversiones y obsesiones, soltó una expresión que retrata con claridad el desprecio que siente por nosotros: “Los mexicanos —dijo— han sido muy lindos. Respeto al gobierno de México. Es gente fenomenal…” etc., etc., pero me los voy a chingar.

Así trata y ha tratado a sus mujeres. Todas son “muy lindas”, pero terminan siendo maltratadas y humilladas por quien —de acuerdo a un informe de las agencias de inteligencia rusas— acostumbra tener con ellas relaciones sexuales perversas.

Esa misma conducta, cosa de un complejo y retorcido inconsciente, la ha trasladado a la relación bilateral con México.

Para el próximo inquilino de la Casa Blanca, México merece ser castigado porque ha estafado y abusado de Estados Unidos.

Directora de la revista Siempre!Para decirlo de acuerdo a su psique: nuestro país se ha comportado como una amante astuta que se aprovechó del poder económico de su concubino, Estados Unidos, a través del Tratado de Libre Comercio.

Este espacio no pretende ser de ninguna manera un gabinete psiquiátrico, pero de lo que se trata es de hacer ver que el gobierno mexicano no está ante un jefe de Estado, con el que tendrá —si puede— que negociar, sino frente a un enfermo mental obcecado con destruir a su vecino.

Si esta ya es en sí misma una tragedia, la otra mala noticia es que aquí adentro no solo estamos ante una crisis social provocada por el aumento de las gasolinas sino ante una crisis política y de gobierno.

A la protesta en las calles se suma la inconformidad de los gobernadores, la explotación política que hacen los partidos de oposición y un pacto o acuerdo económico incompleto que no acaba de convencer a nadie.

Es cierto que los gobernadores se han convertido en una especie de juniors acostumbrados a estirar la mano para recibir recursos federales y llevarse los recursos del pueblo a sus bolsillos, pero también es verdad que las autoridades federales están haciendo una lectura incompleta de la realidad.

Detrás de las críticas, marchas, protestas, que se han reproducido y siguen reproduciéndose —organizadas o no, inducidas o no, manipuladas o no— están los ofensivos contrastes entre el enriquecimiento de unos cuantos poderosos y el empobrecimiento de esos “lindos” mexicanos condenados a ser mano de obra barata aquí o en Estados Unidos.

El acuerdo con empresarios, sindicatos y campesinos, insisto, está incompleto.

En primer lugar, porque ese pacto necesitaba tener toda la dimensión y toda la envergadura para enfrentar no solo los nuevos precios de las gasolinas sino la guerra económica y comercial declarada por Trump a México.

No sé si nos estemos dando cuenta de algo que por su simpleza no acabamos de entender. Trump sin ser Julio César —ya quisiera— está haciendo exactamente lo mismo que el emperador romano hacía con sus enemigos: levantar murallas para matarlos de hambre.

México necesita de un gran pacto nacional, pero se le tendría que dar la autoridad política y moral necesaria para que tuviera credibilidad.

¿Cómo? Meta a la cárcel, señor presidente, a todos esos mandatarios estatales prófugos de la justicia que además de pillos son hambreadores de la gente.

No se advierte el diseño de una estrategia para, a partir de ideas, valores y principios, sentimientos y filosofía, unificar a la nación.

El 20 de enero, fecha en que Trump asuma el poder, será el Día Cero para México. Ese día, como a sus mujeres, nos volverá a golpear y a humillar tal vez hasta que logre destrozarnos.

@pagesbeatriz