Trabajemos en ello

José Elías Romero Apis

En días pasados, acompañamos a Carlos Ramos Padilla a asumir la presidencia de la Ampert. Tuvimos oportunidad de escuchar los discursos magistrales de Beatriz Pagés, de José Narro, de Luis Raúl González Pérez y del propio nuevo presidente. Por mi parte me permití expresar algunas ideas que aquí comparto, augurando total éxito a la nueva directiva.

La mayor tragedia y la mayor penuria de una nación no residen en sus carencias materiales ni financieras y, ni siquiera, políticas sino en una carencia de ideas. Esa es la verdadera pequeñez nacional. Al contrario del Renacimiento, la Edad Media fue, ante todo, una insuficiencia de ideas que duró casi un milenio.

La mayor obra de los grandes hombres no es material ni económica ni burocrática. La mayor realización de los elegidos es una idea. Esto no es una entelequia ni una fantasía. Esto es una realidad.

La verdadera idea política no es el tema de un discurso sino es un tema de la vida. La gran idea es, simplemente, algo en lo que se cree o no se cree. La gran idea es una convicción. El devenir de la humanidad lo ha demostrado y recurro a un instante histórico.

El hombre arribó al Renacimiento por la aceptación de una sola idea. El Renacimiento no fue una obra pictórica ni escultórica ni sinfónica ni arquitectónica. Fue la simple idea de que el hombre era el centro universal y que era merecedor.

Por la aceptación de la idea de que merece fue que renegó de su pocilga, que abjuró de su hambre, que abandonó su mugre, que renunció a su miseria y que repudió su ignorancia. Que reclamó la libertad para él y la soberanía para los suyos. Que instaló su gobierno, su ley y sus sistemas.

Por esa sola idea se deshizo de su inferioridad y abrazó su superioridad. Por esa sola idea se sintió superior y se convirtió en superior. Por esa simple idea levantó la cabeza, enderezó el cuerpo y volvió a caminar en dos piernas, después de ocho siglos de no haberlo hecho.

Por esa simple idea, los hombres han generado su mejoría, su progreso y su perfeccionamiento en los más recientes 500 años. No cabe duda de que se trató de una idea muy real y muy poderosa. No fue una frase de discurso. Fue una consecuencia de la vida.

El tiempo mexicano actual requiere de ideas. Es cierto que se han generado y que nos han sido propuestas. Pero necesitamos convertirlas en propias. Se gobierna con hombres, con leyes y con instituciones pero, adicionalmente, con ideas. No ha existido gran nación que haya confesado que “se solicitan ideas”. Por eso, los mexicanos necesitamos construir nuestra idea. Trabajemos en ello sin descanso pero, también, sin cansancio.

Ello sería una responsabilidad básica de algunos elegidos. Yo mencionaría cinco de ellos. Me referiría al intelectual, al científico, al académico, al político y al periodista. Ellos son los custodios y los artífices de las ideas. Entre ellos, pues, estamos nosotros y no lo podemos rehuir.

Es muy claro y ya no podemos disimular que si no cuidamos nuestra convivencia nos vamos a aniquilar. Si no cuidamos la economía nos vamos a empobrecer. Si no cuidamos nuestras convicciones nos vamos a traicionar. Si no cuidamos nuestras esperanzas nos vamos a desahuciar. Si no cuidamos la justicia nos vamos a corromper. Si no cuidamos nuestro orgullo nos vamos a humillar. Y, si no cuidamos la política, nos vamos a destruir.

w989298@prodigy.net.mx

@jeromeroapis

romero apis