Escrito por una “pecaminosa voyeuse”: Nedda G. de Anhalt

Catalina Miranda

El 7 de diciembre de 2016 presentamos en la Librería Icaria Mis amores en la sala oscura, de Nedda G. de Anhalt (Editorial Ariadna, 2016, Colección Teseo Enredado/ 4, 160 pp.). Esta presentación fue dedicada a Huberto Batis, (quien el pasado 29 de diciembre cumplió 82 años de edad) gran maestro, director del suplemento cultural sábado de unomásuno de 1984 a 2000, escritor, impulsor de artistas y de las carreras literarias de la autora y de quienes presentamos el libro: Gonzalo Valdés Medellín, Andrés de Luna y quien esto redacta.

Nedda G. de Anhalt, cuentista, ensayista, entrevistadora, maestra, traductora, crítica literaria y cinematográfica por más de treinta años. Ha publicado quince libros y más de una docena en obras colectivas. Sus cuentos, poemas y ensayos han aparecido en diversas antologías en África, Argentina, Brasil, España, Estados Unidos, Guatemala, Nicaragua, los cuales han sido traducidos al alemán, esperanto, hebreo, inglés, italiano, portugués, turco, mixteco, zapoteco y k’iche’.

Nació en La Habana, Cuba, y desde 1967 es ciudadana mexicana. Realizó estudios de Derecho Civil, Diplomático y Administrativo en la Universidad de La Habana, y de Literatura, en el Sarah Lawrence College, Nueva York. Posee una maestría en Estudios Latinoamericanos, por la Universidad de las Américas, México, donde impartió cursos de Literatura Hispanoamericana.

Nedda encontró su vocación como espectadora de cine, siendo demasiado joven, ¿a los seis, siete, ocho años de edad?, cuando sus padres, sin el ánimo de perderse una película, la introdujeron a una de las tantas salas, que en esa época pululaban en La Habana, casi a escondidas, porque la película era para adultos. “Me encandiló el chorro de luz de la pantalla. Fue mi primer asombro”, confiesa. A partir de ese momento jamás dejó de asistir al cine, ni en Cuba (al Capri, al Majestic, al Palace, al Miramar, al Rialto, al Campoamor, al Alcázar, al Variedades), ni en México, en donde radica desde la década de 1960 (al Lido, al Arcadia, al Roble, al Ariel, al Teresa, al Alameda…).

Siendo una cinéfila empedernida, devoradora de ciclos y muestras (ha visto, seguiditos, treinta y tres festivales de cine en Nueva York) reúne en este volumen las reseñas de sus películas preferidas, las más amadas, las que la han acompañado a lo largo de su vida como “pecaminosa voyeuse”.

En el Prólogo a Mis amores en la sala oscura, escrito por la misma Nedda, declara que su película preferida de Tsai Ming Liang es Goodbye Dragon Inn, en la que se da el juego del cine adentro del cine, y en la que se asiste a la inminente desaparición de las salas en las que se hacinaban gran cantidad de espectadores. Curiosamente, el libro termina con Cinema Paradiso, con la demolición de ese cine, y con la serie de besos recortados de las cintas, que Alfredo, el anciano ciego, empalmó y que dejó a Toto en herencia.

Al armar este libro, Nedda G. de Anhalt ha actuado de la misma manera que Alfredo, es decir, ha ensartado cada una de sus películas preferidas para armar un collar vistoso, nostálgico, admirable y por momentos aterrador; las cuentas que eligió Nedda son a veces perlas que nos hacen llorar; diamantes que regocijan como las promesas que emanan de una sortija entregada a una doncella, o rubíes ensangrentados que sacuden y hacen tomar conciencia de la maldad con la que muchas veces actuamos los seres humanos.

Mis Amores en la sala oscura, de Nedda G. de Anhalt contiene la sabiduría de una sensible espectadora, la crítica de una experta y la gracia de una mujer curiosa que nunca deja de maravillarse y sorprenderse ante la más mínima manifestación del arte.