Seguramente todos nos entristecemos cuando hay que iniciar un cambio o emprender una nueva fase de la vida. Para Barack Obama no ha sido la excepción. Este jueves, el todavía presidente de Estados Unidos defendió su programa de salud pública y pidió al pueblo estadounidense y, sobre todo, a sus correligionarios demócratas que lo defiendan desde sus trincheras para salvaguardarla de una posible cancelación por parte del nuevo mandatario en sucesión, Donald Trump.

Tras ocho años de gobierno, el semblante de Obama era ciertamente de melancolía. Algunos opinan que fue más por la derrota infligida por un político novicio, que por los avances registrados por el país en su administración.

“En momentos en que me preparo a pasar el bastón y hacer mi parte como un ciudadano privado, estoy orgulloso de decir que hemos establecido una nueva fundación de para Estados Unidos”, expresó.

Obama mencionó entre esos logros la recuperación económica, la drástica caída en la dependencia del petróleo extranjero, la firma de los acuerdos de París sobre cambio climático, así como la reducción de las operaciones militares en Afganistán e Irak. Destacó principalmente, el sistema de salud pública conocida como Obamacare, una reforma que lleva su sello y que su rival busca eliminar a toda costa.

El mandatario saliente aseguró que la eliminación del Obamacare repercutirá sólo en “retirar la cobertura médica a unos 30 millones de estadounidenses, la mayoría de ellos blancos y la clase trabajadora”, tampoco contribuirá a combatir la desigualdad negando el pago de horas extras, privatizando los servicios de salud o permitiendo que el sistema financiero representado por Wall Street “vuelva a regularse a sí mismo”.

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