En una tendencia que viene desde 2011, China continúa sufriendo por la fuga de capitales en el marco de un débil crecimiento de sus exportaciones, una demanda doméstica que no aumenta y la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos. En noviembre del año pasado, la nación asiática endureció sus políticas económicas para frenar la fuga, que también ha provocado la devaluación de su moneda, el Yuan.
La Administración Estatal de Cambio Extranjero comenzó a investigar las transferencias que excedan los 5 millones de dólares, además de aplicar nuevas reglas a la inversiones que se dirijan al extranjero. En diciembre pasado, la salida de capitales de China representó una cifra de 43 mil millones de dólares, lo que coloca al gigante asiático como un elemento que abona a la incertidumbre económica mundial, en particular en momentos en que el nuevo gobierno estadunidense presiona a empresas de distintos sectores para que repatrien capitales para establecer plantas en suelo de la Unión Americana, como una forma de generar puestos de trabajo, además de que se ha especulado desde la pasada campaña presidencial la posibilidad de que se pueda desatar una guerra comercial entre ambos países.
En esta línea, llama la atención la noticia que dio Foxconn, fabricante chino de los populares teléfonos celulares iPhone, de invertir 7 mil millones de dólares en una fábrica de pantallas, aunque sin dar detalles de la ubicación, pese a que el presidente ejecutivo de la empresa, Terry Gou, se había mostrado contrario al proteccionismo.
Foxconn is considering a $7 billion U.S. factory with Apple, Nikkei reports https://t.co/rlS5pueYAW pic.twitter.com/h75DstRuNo
— Bloomberg (@business) January 22, 2017
https://twitter.com/NoticiasChina/status/820971019867394048