Hace unos días, el presidente saliente Barack Obama destacó su plan de salud pública bautizado Obamacare, el mismo que su contraparte republicano Donald Trump prometió que desarticularía en cuanto llegara al poder. A sólo una semana de convertirse en el presidente de Estados Unidos, el magnate inmobiliario ya comenzó a echar abajo ese mecanismo, considerado como la pieza clave de la política obamista. El Senado estadounidense aprobó iniciar la revocación de esta reforma sanitaria, de la que se benefician unos 20 millones de ciudadanos. Esto lo hizo apenas un día después de su primera conferencia de prensa, donde había reiterado que lo haría.

Con 51 votos a favor y 48 en contra, se aprobó una resolución que permite desmantelar el Obamacare, lo cual fue ampliamente aplaudido por los dirigentes de su bancada que lo consideraban como una demostración de la fuerza republicana. La medida quedará lista para ser ejecutada a partir del 27 de enero, allanando el camino revocar el Obamacare a más tardar en febrero próximo. La urgencia de Trump es evidente y cuenta con las cartas en la Cámara de Representantes, liderada por los republicanos, para dar su aprobación cuando la reciban este mismo viernes.

Medida sorpresiva

La mayoría de republicanos han quedado sorprendidos por la premura con que se está realizando este movimiento, pese a que coinciden en revocar el plan de salud demócrata, prefieren esperar hasta que se cuente con un plan alternativo. Trump, quien ha calificado como la medida de sus rivales políticos como “catastrófico”, confía que en los próximos días contará con su reemplazo en cuestión de “semanas”.

De esta manera, se va a la basura el que ha sido considerado como el mayor logro en los ocho años de gobierno de Obama. El Obamacare fue promulgado en 2010 y hace obligatorio contar con un seguro médico y disminuye el gasto mediante regulaciones e impuestos.

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