Construyamos un nuevo proyecto de nación
Mireille Roccatti
El pasado viernes 20 habrá asumido finalmente la presidencia estadounidense el republicano Donald Trump, de acuerdo con la liturgia republicana de nuestro vecino del norte, que incluye jurar sobre la Biblia en una ceremonia que a muchos resulta hasta teatral pero que se mantiene como parte del estilo de ese país.
Estas líneas que se escriben unos días antes solo nos permiten especular sobre el mensaje que es casi seguro que reiterará sus propósitos de recuperar la grandeza de “América”, como si esta se hubiese perdido. Lo que no entiende Trump es que el mundo globalizado creado e imaginado por ellos mismos se ha transformado y modificado de manera tan vertiginosa que la supuesta supremacía estadounidense económica y militar, a partir de la caída del mundo socialista, fue efímera y engañosa.
La actitud, el mensaje y las acciones que ha venido anunciando Trump, de concretarse, romperán el equilibrio geopolítico construido al fin de la Segunda Guerra Mundial, sin que exista un esquema de sustitución preconfigurado o anunciado. Lo que existe es la percepción de un repliegue nacionalista hacia el interior en busca de aliento, pero que deja el campo libre en Europa, Asia, África y Oriente Medio, y que deja vacíos que Rusia, China y sus antiguos aliados Francia, Inglaterra, Alemania, Irán e Israel ocuparan sin lugar a dudas.
Preocupa que esta nueva era geopolítica y de erección de nuevos equilibrios se construya con una participación desordenada, sin visión de conjunto por el nuevo inquilino de la Casa Blanca, actuando más como vaquero del viejo oeste o como sheriff del mundo que como estadista, dado que hasta ahora es la cara mostrada al mundo entero y se ha rodeado de conservadores belicosos igual a él para gobernar.
Es importante destacar en este contexto que insultar o vilipendiar a Trump a nada conduce. Erran quienes con agresiones verbales e injurias pretenden que, en nuestro caso, como país, nos posicionemos en situación similar, como bravucones de cantina o descontoneros de barriada. Un voluntarismo que percibe una pelea de callejón al toma y daca no tiene ni sentido ni razón.
México debe tener, debe asumir una posición de dignidad. México, está sufriendo una conducta hostil y agresiva por el transitorio presidente estadounidense que no representa ni encarna la grandeza republicana de Estados Unidos. Tenemos que actuar con serenidad, con entereza. Nos faltará la solidaridad de los países hermanos de América Latina, por nuestros propios errores de abandonar nuestros principios diplomáticos que tanto engrandecieron en el pasado a nuestro país. Volver los ojos al pasado en busca de culpables a nada conduce, todos saben que pasó y quiénes son los responsables.
La tarea ahora tiene dos ejes, primero, replantear de manera integral la agenda bilateral, con firmeza y sin concesiones. No encerremos la relación en cubículos comerciales. La segunda y más importante es ajustar el modelo de desarrollo para combatir la enorme desigualdad social que nos aqueja. Los tiempos de crisis son acicates para transformar. Culminemos nuestra transición democrática inacabada, revisemos las instituciones. Construyamos entre todos un nuevo proyecto de nación.