¿La visita de Peña Nieto a EU sigue siendo necesaria?

José Luis Camacho Acevedo

Desde el primer día del presente año, cuando las protestas por el gasolinazo fueron un adviento de la inconformidad popular que existe entre los mexicanos por los resultados que han traído para su calidad de vida las políticas neoliberales adoptadas desde los tiempos de Carlos Salinas y que ahora tienen su punto anticlimático con la ineficacia de las llamadas reformas estructurales.

Desde que los egresados del ITAM han gobernado el país, casi todos ellos con estudios de posgrado en Estados Unidos, la economía nacional se ha venido deteriorando de manera por demás grave.

El país pierde patrimonio y soberanía con esas políticas neoliberales.

Se han vendido a la iniciativa privada, nacional y extranjera, teléfonos, televisoras, zonas exclusivas para la producción de energéticos, bancos, frecuencias electrónicas, entre otros importantes activos nacionales.

Y el golpe de una economía manejada de una manera maniquea por los neoliberales crea el inadmisible fenómeno de tener una sociedad llena de inequidades e injusticias.

Hoy en México existen ricos que han incrementado escandalosamente sus fortunas, y pobres que han llegado al extremo de sobrevivir en la inhumana condición de la pobreza extrema.

Nuestro país presenta las cifras más lamentables a escala mundial en materia de desigualdad social manifiesta en el reparto de la riqueza: menos del 10 por ciento de los mexicanos concentran más del 85 por ciento del producto interno bruto. Mientras que cerca de 90 por ciento vive con salarios mínimos que existen en nuestra legislación laboral, que representan una de las más crueles asimetrías y que propicia que 95 millones de connacionales se repartan las migajas que representa el 10 por ciento de nuestro PIB para sobrevivir.

En Washington mientras los negociadores del gobierno peñista Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo, ambos prototipos esclarecidos de las generaciones del ITAM trataban de establecer las nuevas reglas del juego comercial entre los dos países, el presidente Donald Trump firmó importantes acuerdos relativos al tema migratorio.

Entre esos acuerdos firmados por Trump está la inmediata construcción del muro fronterizo, que es una afrenta a nuestra relación binacional y la declaración de que será México quien pague su construcción, lo que significa una agresión a nuestra soberanía nacional.

Videgaray y Guajardo se toparon entonces con el muro a su llegada a la capital de Estados Unidos.

Y uno se pregunta: ¿la visita del presidente Enrique Peña Nieto a Washington el próximo 31 de enero sigue siendo necesaria?

Los principales temas de negociación ya los decidió, a su manera, grotesca, proteccionista y xenófoba, Donald Trump, tanto en la firma de sus acuerdos sobre la salida del TPP y la inminente reconversión del TLC en favor de los productores del vecino país.

¿Cuál es entonces el objeto de la visita de Peña Nieto el 31 de enero a Washington? Voces nacionalistas ya se han alzado en contra de esa visita a Washington. Cuauhtémoc Cárdenas pidió abiertamente la cancelación del viaje presidencial.

Y como Cárdenas, muchas otras voces nacionalistas están reclamando que el gobierno mexicano defina una posición más clara en defensa de nuestra soberanía y de los derechos humanos de los migrantes que viven ahora en la incertidumbre en Estados Unidos.

Estados Unidos, ahora de manera más radical que nunca con Donald Trump en la presidencia, vuelve a demostrar a México que ellos no tienen amigos, solamente intereses.

Tomar en serio el peligro que representa Donald Trump para México, debería contemplar incluso el tema electoral.

Las elecciones presidenciales que se habrán de celebrar el próximo año en nuestro país, pueden ser intervenidas por Estados Unidos como se sospecha que permitieron que Rusia se inmiscuyera en el proceso electoral que llevó a Trump a la presidencia.

Trump dijo que la crisis de los migrantes afecta a Estados Unidos y que tomarán acciones de ejecutivas para proteger sus fronteras. En su cinismo característico, Trump dijo que tenía un gran afecto por México. Sus primeras acciones en nuestra relación bilateral reflejan exactamente lo contrario.

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