En la conferencia de prensa

María de los Ángeles Góngora

En el lobby de la Torre Trump, mismo lugar donde el 16 de junio de 2015 lanzó su candidatura a la Casa Blanca, Donald Trump dio su primera conferencia de prensa como presidente electo con el sello que lo identifica: lo impredecible. Críticas a los servicios de inteligencia estadounidenses, amenazas sobre la construcción inmediata del muro en la frontera con México, la desinstalación del Obamacare, evasión a la culpabilidad de hackeo ruso, ataques a los medios de comunicación, son algunos de los puntos que tocó dando luz sobre cómo será su presidencia y las primeras acciones que realizará, casi a manera de advertencia.

Tradicionalmente, los primeros 100 días de un mandatario son cruciales para definir los temas a los que dará prioridad en su agenda, las acciones que lo distanciarán de la administración anterior y su voluntad de cumplir las promesas de campaña. Trump está parado en el día -10, su periodo presidencial ni siquiera ha comenzado, y ya está marcando las líneas que atenderá cuando tome asiento en la Sala Oval. Parece tener urgencia de mostrar cumplimiento a sus promesas de campaña, lo cual también apurará a la evaluación nacional e internacional, que en este caso será más aguda que nunca.

Impredecible

Sin embargo, aun cuando Trump sea impredecible, la premura en el manejo de ciertos temas y su actitud para tratar las críticas mandan mensajes sobre cómo será su presidencia. Primero, es importante recalcar lo atípica que fue la escena del pasado miércoles 11 de enero: en primera fila, miembros del equipo de Trump preparados para aplaudir y vitorear las declaraciones del magnate, un personaje sin solemnidad ni protocolo en el atril, una prensa regañada al mencionar comentarios no favorecedores al presidente. Estás líneas parece que serán constantes durante los próximos cuatro años, que aun no inician.

El tema del muro en la frontera con México, que ha tomado como estandarte de su carácter defensor de la seguridad estadounidense, fue uno de los más reactivos pero con poco sustento. Construir lo antes posible es la postura de Trump; sin esperar los anunciados recursos de manos mexicanas, sino con financiamiento de las recaudaciones fiscales estadounidenses para después ser reintegradas desde cualquier partida que tenga como origen México. El seguimiento de este proyecto tan controvertido podrá ser tomado como una de las primeras acciones cumplidas aunque su financiamiento sea truqueadamente etiquetado como mexicano, incluso el inicio de la construcción podría llegar a alentar las preferencias para fórmulas de extrema derecha en otras latitudes; sin embargo, Trump deberá tener en mente que el 16 de marzo será la primera negociación en el Congreso para elevar el techo de la deuda y el uso abrupto de presupuesto en proyectos no prioritarios obstaculizará las negociaciones.

Destructor

En cuestiones presupuestarias, Trump se enfrentará a un Congreso liderado por republicanos, quienes no necesariamente estarán de su lado pues desde el inicio de su campaña se han distanciado de su ultraderechista proyecto. No obstante, la desinstalación de la Ley de Salud Asequible, conocida como Obamacare, parece ser un punto de encuentro, pues desde el Senado se aprobó iniciar con la revocación de la reforma que beneficia a 20 millones de ciudadanos. En la conferencia de prensa, Trump acentuó que él puede cubrir el problema de mejor manera que el saliente mandatario Obama, pues propondrá un programa “mejor y menos caro”. Siguiendo su costumbre, no se detuvo en los detalles.

La actitud de crítica y desconfianza hacia cualquier personaje o institución que no siga su línea de pensamiento no sólo se queda en las reformas logradas por Obama, sino que llegó a golpear a los servicios de inteligencia estadounidense, una de las pocas redes que da forma a la Unión Americana más allá de la temporalidad presidencial o de un proyecto de nación. La filtración por parte de los servicios de inteligencia de un documento que mencionaba que Rusia puede tener información comprometedora sobre el presidente electo fue duramente negada por el magnate; pero respecto a los hackeos rusos a los miembros del Partido Demócrata y a su exadversaria de campaña, Hillary Clinton, fueron suavemente tratados e incluso puestos en duda al asegurar que pudo ser Rusia o cualquier otro país. Dos puntos sobresalen ante esta reacción: su actitud será enérgica ante filtraciones que no lo favorezcan, especialmente si provienen de instituciones gubernamentales; mientras que un comentario o ataque frontal hacia Rusia será evitado a toda costa.

Confuso

La relación que tendrán Rusia y Estados Unidos no ha sido proyectada; empero se ha dejado clara la relación entre Trump y Putin: amistosa, prometedora, e incluso, calificada como un activo a su favor. Con esto, las líneas en materia de política exterior de su administración parecen confusas, pues no se ha definido si los intereses que generan la empatía entre Putin y Trump son personales o en nombre de sus respectivas naciones.

De manera aislada, como pequeños bombardeos en un lado y otro, fueron tratados los temas de la conferencia de prensa, sin una descripción minuciosa de acciones ni una ruta de acción para los primeros días de su administración. Trump tenía un único propósito para la conferencia de prensa mostrar con un aparatoso montón de carpetas a su lado con los documentos firmados para su distanciamiento fiscal con sus empresas. Una forma gráfica de mandar el mensaje de que cumple con su palabra y entrará a la presidencia sin conflicto de intereses, aun cuando sigan existiendo.

Poco claro, reactivo y muy poca mesura en sus opiniones, Trump demostró que el presidente electo es exactamente el mismo que el candidato, dándonos una pequeña probada del país que moldeará durante los próximos cuatro años: los Estados Unidos de Trump.

Internacionalista por la UNAM