ARTURO ADRIANO: EL RASTRO DE ELENA GARRO

Gonzalo Valdés Medellín

En medio de la noche, después de sepultar a su madre fallecida, un hombre embriagado por el alcohol, el dolor y la culpa mata a su esposa embarazada, a punto de dar a luz; este es el argumento de El rastro de Elena Garro, autora fundamental en la historia de la dramaturgia y teatro iberoamericano. “Los señores del inframundo, los señores de la noche, del reino de los muertos, viven en un tiempo sin tiempo, sabedores de lo que contienen los corazones de los hombres, Mictecacihuatl invoca a Adrián Barajas lo trae a la luz oscura, Adrián se lamenta de su ingrata suerte, de su desdicha, de su desgracia, su soledad, del miedo que como un coyote le roe los huesos para dejarlo en pena. Los señores del inframundo saben que el corazón de Adrián está lleno de sombras, lo pueden mirar, como un pequeño bulto guardado en una olla de barro, es un laberinto oscuro del que ya no hay salida. Adrián llora la muerte de su madre, Teófila Vargas; se arrepiente de haberla abandonado, de olvidarla en vida, de no cuidarla y protegerla como se lo prometió siendo niño cuando a ambos los golpeaba su padre. Se siente víctima de las mujeres, del erotismo femenino, los señores del inframundo saben que en el corazón de Adrián, la fatalidad y la desgracia ya han germinado”, de esta manera sintetiza el joven actor y director universitario Arturo Adriano la obra El rastro de Elena Garro, que ha dedicado a Soledad Ruiz, directora teatral fallecida en 2010, para celebrar el natalicio, en 2016, de la autora de Los recuerdos del porvenir, novela emblemática en la literatura mexicana del Siglo XX. Al respecto, Adriano recuerda que Ruiz afirmaba: “Elena Garro ha podido penetrar en el misterio del mexicano. Ella rescata el pensamiento mágico religioso de nuestros antepasados y lo enlaza con el presente. Esto me parece una aportación incalculable para el teatro mexicano”. Por lo mismo, el teatrista señala: “Garro explora el México profundo en muchas de sus obras, evoca sus mitos y pone de relieve sus símbolos”. Y agrega: “Eso es precisamente el interés fundamental de poner en escena este texto, indagar la cosmovisión del México que tiene sus raíces milenarias en las antiguas civilizaciones mesoamericanas y que se fundieron con el cristianismo traído por los españoles dando a luz la sociedad que hoy somos, rastrear como apuntaba Soledad Ruiz, el ‘misterio del mexicano’, a través de la terrible historia que narra la obra, un asesinato, un feminicidio para usar un término terriblemente actual en nuestro país en estos días, es el cometido de esta propuesta”. El rastro, pieza en un acto, puntualiza Arturo Adriano: “explora la culpa, la crueldad y la naturaleza autodestructiva del ser humano y cómo el miedo, el dolor y la tristeza llenan de sombras el corazón y el alma del hombre, de cómo las fuerzas oscuras intentan acabar con la belleza de la vida. Esta puesta intenta mostrarlo a través de una atmósfera fúnebre inspirada en la antigua tradición mexicana, utilizando los olores del copal, el café, el tabaco y las flores, explorando imágenes simbólicas y poéticas que contienen significados profundos y milenarios, una propuesta cimentada en la inmovilidad, la austeridad y la aspereza para rastrear la naturaleza más antigua, milenaria y primigenia del ser humano. Más que el aspecto social, que evidentemente tiene la obra, ya que su historia puede ser clasificada como la de un feminicidio, este montaje está más interesado en mostrar los aspectos simbólicos, míticos, poéticos y arquetípicos que contiene, ya que el México profundo, el de las comunidades más antiguas han sido la fuente en la cual abrevó Elena Garro y esta puesta en escena toma la cosmovisión de ‘los concheros’ danzantes sagrados de la antigua tradición mexicana como inspiración estética”.

Arturo Adriano estudió actuación en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha intervenido como actor y/o director en varias puestas en escena. En cine ha filmado veinte cortometrajes y actuado en largometrajes de Julián Hernández, Salomón Azkenazi y Nicolás Pereda. En televisión participó en La teniente, Amor cautivo y Secretos de familia de TV Azteca. El rastro, bajo su dirección, se presentó en el Traspatio Escénico así como en el Foro Experimental José Luis Ibáñez, anexo Adolfo Sánchez Vázquez de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM, en el marco del Homenaje Nacional a Elena Garro en el Centenario de su nacimiento.

@gvaldesmedellin