Algunos llaman a un golpe de Estado

Teodoro Barajas Rodríguez

Han pintado mal las primeras semanas de 2017, la irritación se acumula y estalla de diversas maneras ante una clase política oportunista que hace un buen tiempo extravió la brújula, se ha especializado en el doble discurso y en ejercer una pasmosa simulación.

Marchas, saqueos y diferentes manifestaciones de repudio no han dejado de registrarse en diferentes regiones de nuestro país, algunos que en su momento aprobaron los gasolinazos ahora casi se envuelven en el lienzo tricolor, si eso no es esquizofrenia entonces desconozco qué podrá ser.

Pinta mal la situación porque la realidad no barniza las cosas, la irritación no cede y resulta natural, peor sería que no dijésemos nada al respecto. Algunos funcionarios públicos han anunciado que harán ajustes al presupuesto, disminuir sus elevados sueldos un mínimo porcentaje, recortar ciertos gastos, aunque las incongruencias suelen saltar a la vista. Por ejemplo, el Senado cuenta con 150 millones de pesos para pagar asesorías externas, los partidos políticos, algunos de ellos encabezan protestas, tendrán un techo financiero de cuatro mil millones de pesos en este año en que habrá comicios en tres entidades federativas.

Mientras eso sucede en dichas instancias, las universidades públicas tendrán menos recursos, concretamente la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo enfrenta un recorte de cerca de 400 millones de pesos.

El problema resulta estructural, somos un país campeón en materia de desigualdad, los parias se multiplican, el Estado benefactor se diluyó ante el avance de la política neoliberal promovido por Estados Unidos e Inglaterra.

La Guerra Fría es un recuerdo, vivimos los tiempos posmodernos que nos muestran un rostro descompuesto de una economía que beneficia a la oligarquía compuesta por los plutócratas del mundo, entre los que figura Donald Trump, que no rebasa el estatus de rico miserable.

El acuerdo económico que se hizo sobre las rodillas desde Los Pinos fue rechazado por el sindicato patronal de la Coparmex, distantes quedaron los tiempos del control que ejercía desde la cúpula el denominado ogro filantrópico como le llamara Octavio Paz al gobierno. En las décadas de los ochenta y noventa Miguel de la Madrid así como quien lo sucediera, Carlos Salinas de Gortari, convocaban a los pactos para la estabilidad económica; las condiciones actuales difieren. Ya no se vive el México de la unanimidad forzosa.

Hay llamados de todo tipo en esta crisis que amenaza con prolongarse, desde quienes convocan a marchas hasta los que piden a otros gobiernos intervenir o, incluso, algunos llaman a un golpe de Estado; no sé hasta qué punto se exhibe la ingenuidad o la perversidad o ambas cosas.

Barajas