En medio del descontento social

Alfredo Ríos Camarena

El tiempo de la sucesión presidencial se acerca inexorablemente, mientras que la agenda pública está saturada por el tema de nuestras relaciones bilaterales con Estados Unidos.

En este aspecto, la estrategia parece estar centrada en la correlación de fuerzas internas y externas que debilitan cotidianamente las desorbitadas y absurdas pretensiones del presidente Trump.

En efecto, Trump ya decidió echar abajo el TLCAN y manejar las relaciones comerciales con Canadá en un tratado bilateral, semejante al actual, y que prácticamente anunció en la visita del primer ministro Justin Trudeau; con México tendrá un trato distinto, que podría o no convenir a los intereses nacionales, que, en todo caso, estaríamos sujetos a las reglas de la Organización Mundial del Comercio.

La Organización de Estados Americanos se ha solidarizado con México, en voz de su secretario general, Luis Almagro; también es de gran relevancia la inadvertida opinión de la presidenta de la FED, Janet Yellen, quien resaltó la importancia de la relación comercial con México y lo grave que sería modificarla; por otra parte, la actitud de grupos de latinos tiene consecuencias en el interior de Estados Unidos que se ha fragmentado prácticamente en diversas opiniones. En México, los organizadores de la marcha descafeinada y su incapacidad táctica quedaron a deber a la sociedad, por sus divisiones; en cualquier caso, hicieron un esfuerzo de liderazgo que hay que aplaudir.

Todo esto influye en la sucesión presidencial; el tiempo avanza y la posibilidad del PRI de ganar la elección cada día se ve más lejana, con cualquier candidato; aunque todo indica que, si hay un mínimo éxito en la relación bilateral mencionada, será Luis Videgaray el abanderado priista.

El PRD cada día se divide más y pierde cualquier posibilidad; el PAN en las mismas condiciones de escisiones internas, sin embargo, acaba de realizar una importante jugada en el tablero del ajedrez político, al proponer nuevas reformas que tienen que ver con la reducción de legisladores, de forma y de poca importancia real; también propuso la disminución del subsidio a los partidos políticos, lo cual ya era esperado por la sociedad, y lo más importante, la posibilidad de una segunda vuelta electoral que, de aprobarse, podría detener la aparentemente invencible candidatura de Andrés Manuel López Obrador.

Estas son las circunstancias que definirán la próxima contienda electoral, que se dará en medio de un grave descontento social, por razones económicas que todos conocemos, como la devaluación, gasolinazos, deuda externa, etc., así como por la inseguridad y por el temor de la agresión externa.

Los otros partidos servirán para las alianzas que siempre se consolidan en la elección presidencial: el Partido Verde, Encuentro Social, Nueva Alianza y, probablemente, el Partido del Trabajo se sumarán a la candidatura priista; el PAN jugará solo, seguramente con Ricardo Anaya, quien mantiene una posición de control desde la presidencia de su partido y que, con la nueva propuesta legislativa, aumenta su oportunidad; el PRD solo tiene expectativas concretas de obtener mayores votos si Mancera decide encabezar la candidatura; Morena, con alianzas o sin ellas, tiene definido, desde siempre, a su jefe supremo como candidato.

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