La versión de que Trump habría amenazado con enviar tropas a México para combatir a los bad men “porque ustedes no han sido capaces de hacerlo” parece confirmarse.

Las recientes declaraciones del secretario de Seguridad Nacional John Kelly en la Cámara de Representantes, en el sentido de que propondrá una alianza con México estilo Plan Colombia para combatir el narcotráfico, demuestran que Trump y su gobierno están decididos a recurrir a lo que sea, con tal de impedir que siga llegando heroína mexicana a su país.
Incluso a convertir la lucha contra las drogas en el eje de la relación bilateral.

El nombramiento del general Kelly tiene dedicatoria especial para México y América Latina. Como jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas estadounidenses, publicó en mayo de 2015 una carta en el periódico Miami Herald en el que exaltó al gobierno colombiano en su lucha contra las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), y lo hizo en el siguiente sentido:

“Colombia nos enseñó que la clave para derrotar a los grupos violentos y armados ilegales es un gobierno fuerte, responsable, que protege a sus ciudadanos, que defiende el Estado de derecho, que combate la corrupción y que expande oportunidades económicas para todos”.

En ese párrafo está sintetizada la estrategia que Estados Unidos aplicó en Colombia y que ahora busca trasladar a México.

El Plan Colombia no solo implicó financiamiento, asesoría militar y de inteligencia a la policía y ejército colombiano para combatir los cárteles y la guerrilla, también la presencia física de tropas estadounidenses en territorio colombiano.

Pero, de acuerdo con lo publicado por Kelly, la alianza está sujeta a que el país —al cual se asesora— cumpla también con ciertos requisitos de carácter político.

¿México está en condiciones de cumplir con lo que exige Trump?

La respuesta es no. El mero hecho de que el presidente de la república solicitara al Senado autorización para permitir la operación de tropas estadounidenses en territorio nacional lo pondría —en un escenario políticamente adverso para él y su administración— en calidad de traidor a la patria.

El general Kelly llegará a México en los próximos días con un plan militar, pero también con un arma política, o ¿cómo debe de entenderse eso de que la clave para erradicar el narcotráfico es tener gobiernos fuertes y honestos?

Para el militar parece existir una relación directa entre el fracaso de la guerra contra las drogas, y la debilidad, corrupción e impunidad en ciertas democracias. Ergo, Kelly duda de la mexicana.

El exmarine Kelly, calificado por sus allegados como un militar “dogmático” y “testarudo”, que no suelta su presa hasta que obtiene de ella lo que quiere, pondrá, seguramente sobre la mesa, archivos y expedientes relacionados con la corrupción y los vínculos de altos funcionarios y exfuncionarios mexicanos con el negocio de la droga.

La incógnita es si Estados Unidos va a utilizar esa información únicamente para combatir a los bad men, o si tratará de intervenir en el futuro de la democracia mexicana.

Trump, como cualquier dictador, busca el control absoluto dentro y fuera de su país. No sería extraño, por lo tanto, que quiera imponer al próximo presidente de México.

Los objetivos del general John Kelly son claros y no se irá con las manos vacías. La duda es si los objetivos de México también lo son.

@pagesbeatriz

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