Revela estudio en Estados Unidos

El concepto de comida chatarra fue acuñado en 1972 por el director del Centro para la Ciencia en el Interés Público, Michael Jacobson, y la define como “comida que es percibida como insalubre o con poco valor nutritivo, la cual contiene altos niveles de grasas, sal o carbohidratos y numerosos aditivos alimentarios; al mismo tiempo, con carencia de proteínas, vitaminas y fibra, entre otros. Este tipo de comida también es popular entre los consumidores por su facilidad a la hora de adquirirla, no requiere ningún tipo de preparación o esta es escasa, es cómoda de ingerir y tienen una gran diversidad de sabores”.

Desde entonces, este tipo de comida (consumida a diario por millones) no es exactamente conocida por sus beneficios para la salud. Y para agregarle más puntos negativos, un nuevo estudio realizado en el Silent Summer Institute en Newton, Massachusetts, Estados Unidos, sugiere que hasta su envoltura podría ser peligrosa.

Los autores liderados por la doctora Laurel Schaider detectaron que un tercio de los elementos usados para envolver la comida rápida contiene sustancias químicas llamadas polifluoroalquilos y perfluoroalquilos (PFAS, por su nombre en inglés) para que sean resistentes a las manchas, el agua y la adherencia al propio producto.

El problema es que esas sustancias químicas también están asociadas con un aumento del riesgo de desarrollar cierto tipo de cánceres, problemas hormonales, colesterol elevado, obesidad e inmunosupresión, en estudios animales y humanos.

“Nuestro estudio es la evaluación más completa de cómo las sustancias químicas fluorinadas están presentes en los envoltorios de los alimentos en Estados Unidos y qué tipos de envoltorios son los que más los contienen”, asegura Schaider.

“Casi la mitad de los envoltorios de papel, por ejemplo, para los sándwiches o las hamburguesas, y las bolsas planas para las galletitas y los productos de panadería, contenía productos químicos fluorinados, y el 20 por ciento de los envoltorios de cartón, como las cajas para las papas fritas y las frituras, también incluían esos productos”, agregó.

Los PFAS no son elementos naturales del ambiente. Las produce el ser humano y se usan desde hace décadas en productos que van desde envoltorios para comida hasta prendas de vestir, utensilios de cocina antiadherentes y espumas para apagar el fuego. La exposición humana es por el contacto directo con esos productos, a través del aire, los alimentos y el agua.

El equipo de Schaider evaluó su presencia en más de 400 muestras de envoltorios de papel, cartón y vasos de 27 cadenas de comida rápida de Estados Unidos.

Más de la mitad de las pruebas se hicieron en el papel en contacto con los alimentos, incluidos 138 envoltorios de sándwiches y hamburguesas, 68 de postres o pan y 42 de comida texana mexicana.

El 46 por ciento de los papeles contenía PFAS: el 38 por ciento de los envoltorios de sándwiches y hamburguesas, el 56 por ciento de los envoltorios de pan y postres, y el 57 por ciento de los envoltorios de la comida texana mexicana, según publica el equipo en Environmental Science and Technology Letters.

El análisis de 30 muestras de vasos de papel no reveló la presencia de esas sustancias. Pero el 16 por ciento de otros 25 recipientes para bebidas incluía PFAS.

Los autores profundizaron en la evaluación de un subgrupo de 20 muestras para determinar qué tipo de PFAS incluían esos envoltorios. Seis muestras contenían ácido perfluorooctaenoico o C8 (PFOA, por su sigla en inglés), que muchos productos de Estados Unidos dejaron de utilizar en 2011 por los riesgos para la salud.

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